viernes, 6 de diciembre de 2013

"TODOS LOS GRANDES CAMPEONES-MANOMANISTAS"



TODOS LOS GRANDES CAMPEONES-

MANOMANISTAS DE LOS SIGLOS

XIX, XX y XXI








José Javier Albisu Pérez










 PRESENTACIÓN
HOMENAJE PÓSTUMO A DOS FENÓMENOS DE LA PELOTA JUAN JOSÉ AGIRRE ELEXOSTE (CURA-LABA) E INDALECIO SARASKETA 
(TXIKITO DE EIBAR)

En este histórico frontón Astelena-Eibarres, se enfrentaron por primera vez en un enfrentamiento (mano a mano) los dos pelotaris más grandes de la historia moderna de la pelota, Juan José Agirre Elexoste (Cura-Laba) y el Napoleón de la pelota Indalecio Sarasketa (Txikito de Eibar), fue el 26 de julio de 1876 (Fotografía del libro de 
Isabel Vidarte)


Markina-Xemein 25 de octubre de 1838
Traigo a las paginas de mi nuevo libro,  una semblanza del (Cura-Laba) de Markina Xemein, y del gran Txikito de Eibar,
“El Cura Laba” se llamaba Juan José Aguirre Elexoste, nacido el 25 de octubre de 1839, en Markina-Xemein -Bizkaia
Como homenaje póstumo a estos dos monstruos de la pelota, que abrieron el camino a la pelota actual Txikito logró vencer en sus comienzos, en dos partidos consecutivos, lo que significó que Txikito fuera considerado como el mejor pelotari de mano. Hasta entonces, el “Cura Laba” había sido el mejor. Muchos se preguntarán extrañados: Pero ¿cómo? ¿Un cura pelotari y, además era el mejor de todos? En realidad,
La casa donde nació, que actualmente no existe, era conocida por “Beko Laba”
(en euskera: horno de abajo) y, por el hecho de haber nacido en un establecimiento de pan, fue conocido por el sobrenombre de Labakoa, es decir, “el del horno”; y, como además era sacerdote, se le llamaba el “Cura Laba”.
Conozcamos de forma somera su biografía y, para ello, copiamos de una publicación editada en su pueblo natal, cuya breve crónica mantendrá su sabor de Época: “Sus primeras armas de pelotari las hizo en el frontón de Marquina, llegando a ser Campeón de la especialidad de mano después de contender con pelotaris como Zugarri, Pello, Katua, Bisimodu y otros. Era, al mismo tiempo, excelente lanzador de barra, bolari, luchador…
En fin, un atleta completo, con una fuerza hercúlea, asombrosa agilidad y enorme destreza. Era tal su potencia que crecía en el castigo, asombrando su agilidad y maravillosa colocación.
Su nombre llegó a todos los rincones de la región. Los bilbaínos, para celebrarla visita de S. M. la Reina Isabel II a la villa, organizaron grandes festejos, entre los cuales prepararon dos partidos de pelota a mano. A dichos partidos prometió su asistencia Su Majestad. La comisión organizadora de los referidos festejos envió unos representantes, a fin de que se entrevistaran con nuestro Campeón,
“El Cura Laba”, para conseguir su participación en los partidos a celebrar en Bilbao. Éste, después de escuchar a los representantes, puso como condición que consiguieran el correspondiente permiso del Obispado, a lo que la Comisión se comprometió gustosamente. “El Cura Laba” jugó los dos partidos maravillosamente y fue llamado al palco regio, donde Su Majestad le felicitó por su magnífico juego y espectacularidad en sus actuaciones. Volvió el Campeón a su querido pueblo y, quince días después, recibió un oficio del Obispado, en el que se le comunicaba el destierro a las Encartaciones, por no haber solicitado el permiso para actuar en dichos partidos. Al enterarse los bilbaínos del destierro, hicieron las debidas gestiones para levantar el castigo, pues constaban datos de ello
En las actas de las sesiones que celebró por entonces el Ayuntamiento de Bilbao, Gestiones que no dieron ningún resultado.
Recurrieron entonces a la Reina, quien ofreció al “Cura Laba” la parroquia que él eligiese en la diócesis de Madrid, a lo que el interesado no accedió. Finalmente, se consiguió el levantamiento del castigo y los bilbaínos le ofrecieron el nombramiento de la parroquia que él quisiera en Vizcaya. Como buen Markinés, eligió la de Santa María de la Asunción de Markina”. De la Revista de la Federación Vasca de Pelota, de octubre de 1891, de un artículo de Txomin Altube, obtenemos estos datos: “El 23 de septiembre de 1860 Marquina es escenario de un hecho que puede calificarse como el Primer Campeonato Individual de Mano. Disputan el título Bisimodu (de Durango) y Juan José Aguirre Elexoste (Labakoa de Markina). Comenzó ganando el “Emperador” 14-8, pero el público estaba a favor de Labakoa, por ser un joven de 21 años y, además, de la localidad. Se molestó Bisimodu por tal actitud y pidió al Alcalde que mediara.
Este lo hizo, pero no consiguió el cambio de comportamiento deseado. Se percató de ello el durangués y, jugando con desgana, llegó solamente a los 24 tantos de los 40 a que se jugó el partido. A Labakoa se le ensalzó como un gran jugador.
El 17 de julio de 1863, por Cármenes de Markina, juegan a mano los Hermanos Laba (del pueblo) contra Bisimodu e Ichaso (de Durango). Triunfan estos últimos. El partido, que debía de haber empezado a las 9 horas de la mañana, lo hizo a las 10 h., debido al problema que supuso el nombramiento de jueces, uno por cada bando y un tercero neutral. En la tarde del 11 de agosto de 1864, se jugó en el frontón de Zabalbide el más descomunal partido de pelota a mano que pueda uno imaginarse. Los contrincantes fueron los afamados bleistas Bisimodu y Labacoa. El partido comenzó a las 4 h., en punto, y lo dejaron a las 6 h., estando a 34 tantos iguales -para los 40 finales-, teniendo el saque Labacoa. Ambos contendientes quedaron rendidos de fatiga. La concurrencia fue numerosísima y las apuestas considerables”.
En El Gran Libro de la Pelota, de los autores Luis Bombín y Rodolfo Bozas- Urrutia, se menciona el escrito que dejó José de Ortueta, donde decía que “el ídolo de Adolfo Guiard era el cura Labacoa, que, según él, inventó la dejada, en una ocasión, y jugando con uno que le tiraba rasas y le traía a malas, se remangó la sotana y, haciendo un aspaviento con el brazo, al restar una junto ala pared, hizo correr al otro jugador para atrás, mientras el cura, con gran naturalidad, dejaba la pelota en el ángulo de las dos paredes completamente quieta, como un m.c.r.d. (quiere decir mokordo, o sea, excremento, en vasco)”.Por entonces, en el deporte vasco se presentía un período de transformación por lo que “era preciso que un hombre dotado de extraordinarias facultades, que un verdadero genio del pelotarismo aprovechase los recursos del antiguo juego y crease los nuevos recursos que exigía la lucha en el moderno frontón. Ese hombre fue Indalecio Sarasqueta, que apareció de repente, como una revelación, venciendo en Eibar, el 26 de julio de 1876, al cura Laba, de Marquina, y proclamándose ipso facto el primero entre todos, a los 16 años de edad”.
De Txikito de Eibar dirían después que en sus confrontaciones “era imperturbable, tanto si ganaba como si perdía. Esa conducta tuvo su origen en el partido que jugó contra el cura Laba…Cuando el Txikuito principiaba a ser
conocido, había la costumbre de que quien ganaba diera un salto en la cancha, costumbre que se introdujo, dicen, del frontón de Urruña por un sacador local de largo. Al terminar su partido con el cura, el Txikito dio un brinco y se puso a bailar de contento. Labakoa, algo amoscado, le llamó aparte y le dijo: Mira, muchacho, yo nunca me he reído de nadie tras haberle ganado… Tal fue la impresión que le produjeron esas palabras que, desde entonces, parece que ni siquiera agradecía los aplausos”. Siguiendo con este tema, cuenta el ex pelotari puntista eibarrés Pedro Azpiri que su abuelo presenció el partido entre Txikito de Eibar y el Cura Laba en el viejo frontón situado en Txaltxa Zelai -fue demolido hace pocos años- y les decía que, al término del último tanto, Txikito corrió hacia el frontis y saltó sobre él, para seguir subiendo dando pasitos, y terminar con una vuelta de campana en el aire y bajar, posándose de pies en el suelo.
Al margen de este pequeño detalle, Txikito exhibió durante el partido unas facultades físicas prodigiosas, de mucha flexibilidad y agilidad, que parecía que llegaba a todas partes. Al “Cura Laba” le empezaban a hacer efecto sus 37 años de edad. Antonio Peña y Goñi, en su libro 
La Pelota y los Pelotaris, editado en 1892, escribe sobre los curas pelotaris:
“De los modernos he visto jugar una vez al más famoso, al cura Laba, de Markina, que, hace dieciocho años, no tenía a mano rival. Pidió, y obtuvo, el cura Laba el desquite en Bilbao, para que la última quincena de agosto de 1876 volviese a jugar aquel partido contra el Txikuito de Eibar, (mano a mano), y presencié aquella tremenda lucha, que ha quedado para siempre grabada en mis recuerdos.
El cura era un hombre fornido, terrible, de aspecto atlético, corto de cuello, coloradote, congestionado, que presentaba vulgar aspecto de boxeador.
El Txikito de Eibar tenía entonces dieciséis años y dos meses: era una criatura, un niño delicado, fino, elegante, con las mejillas sonrosadas, los ojos vivos, cara de mocete travieso, la alegría, la desenvoltura de un colegial en vacaciones.
El niño venció al gigante, pero la lucha fue atroz. No olvidaré nunca aquellos tantos monstruosos, muy peloteados, que duraban una eternidad, en que la pesada pelota iba y venía, botaba y rebotaba, lanzada con toda la fuerza, de mano en mano, con los chasquidos de ésta al golpearla, con los chasquidos de aquélla al estrellarse en la pared. Terminados los tantos, los dos jugadores, el chico y el grande, sudorosos, rendidos, sin resuello, arrojábanse a tierra, caían como masas inertes en la losa del frontón y quedaban allí, panza arriba, abierta la boca, en un ataque de disnea que les cerraba los ojos, les amorataba la cara y hacíales mover el pecho ansiosamente, con movimientos de fuelle, precipitados y anhelosos. Cuando volvían en sí, colocaban en el suelo las manos derechas, desmesuradamente hinchadas, y dos hombres se ponían de pie sobre ellas, apretándolas, apisonándolas brutalmente, hasta que disminuía la hinchazón. (….) Laba tenía un juego tremendo, con bolea y botibolea formidables; pegaba mucho; la fuerza era su defensa principal; pero tuvo que darse por vencido ante la habilidad maravillosa del Txikuito de Eibar, la base de cuya celebridad fue aquel partido, desquite de otro igual que ganó a Laba en Eibar el 26 de julio del mismo año.
Este segundo partido entre Txikito y Labakoa se jugó en el Frontón Oyarzun de Bilbao, situado en un rincón del Bílbao Viejo: “Era en aquellos tiempos el frontón de Oyarzun el más destartalado edificio que darse puede; se habían empleado en sus sucesivas restauraciones todas las argamasas conocidas y, desde los cascotes de ladrillos hasta la piedra de sillería, todos los materiales de construcción.
Y en aquel frontón, teatro de las colosales contiendas entre los antiguos; en aquel palenque donde lucharon los Polas y Bishimodus; donde cimentó su naciente fama el Txikuito de Eibar, derrotando al cura Labakoa en aquel memorable partido que costó una enfermedad al cura pelotari…”El cura “Laba” residió los últimos años de su vida en la casa-palacio de Ansotegui de Markina, donde falleció el 29 de diciembre de 1889. Ese mismo año, pocos meses antes de la muerte del “Cura Laba”, había nacido, en su mismo pueblo, el que luego fue considerado el “Fenómeno” de la cesta-punta: (Eusebio Erdoza-menor)

 
Indalecio Sarasketa (Txikito de Eibar)

Indalecio Sarasketa nació el 22 de mayo de 1860 en la localidad Vizcaína de Durango País Vasco, Hijo de los eibarreses Julián de Sarasketa y de Braulia de Uriarte que residían en el caserío Aizpiri (caserío del que también es descendiente el empresario y relevante fabricante de escopetas Víctor Sarasketa, conocido por Bittor Azpiri). El abuelo materno era natural de Durango en donde vivía con su esposa, natural esta de Éibar. La madre del Indalecio Sarasketa, siguiendo la costumbre, se trasladó a casa de su madre para dar a luz. Pronto la familia se volvió a reunir en el hogar familiar de Éibar en donde se crío el futuro pelotari. Debutó como profesional en Eibar, con 16 años de edad irrumpiendo en el panorama pelotatzale de una forma brusca. El 26 de julio de 1876 vencía en Éibar en la especialidad de (mano a mano), al cura Laba, de Marquina, tomando relevancia de inmediato. En agosto se enfrentaron de nuevo en Bilbao donde de nuevo venció, Txikito de Eibar.
En 1877 jugó varios partidos en la especialidad de pala entre ellos contra, hasta entonces invencible, Bixhimodu a quién venció al igual que a Carricalutxe, también palista de importancia. De la pala paso al guante en las especialidades largo y corto en donde su dominio se hizo notar. Después de la pala, vino el guante, lo mismo el largo que el corto, y luego la cesta; y el maravilloso pelotari lo absorbió todo, dominó todos los juegos, la punta, el remonte; despertó entusiasmo delirante en las tres provincias vascongadas, en Navarra, en la Rioja, en San Juan de Luz, y pasó una vez por Madrid...
Al año siguiente aceptó el reto que le planteó de un pelotari francés que le imponía la condición de dar siempre al aire con la derecha y solo utilizar la izquierda para devolver el bote, el contrincante mantenía todas sus habilidades. El partido, jugado en San Sebastián a 50 tantos, lo ganó el de Éibar por (50 a 27).
Ese mismo año realizó varios partidos en donde se obligaba a ciertas taras saliendo vencedor de todos ellos. Dominó todas las especialidades del juego y con todas las variantes. Venciendo a todos los pelotaris referentes y relevantes de la época.
Después de granjearse fama en el País Vasco y España se fue a la Argentina en donde se hizo muy popular y consiguió vencer a todos los pelotaris, tanto argentinos como vascos. Regresó a España en 1894 ya perdidas las facultades físicas y volvió a la Argentina para trabajar como intendente en el Frontón Nacional hasta su cierre.

En Argentina

En 1884 viaja a Buenos Aires y se enfrenta contra Pedro Zabaleta (Paysandú) un gran jugador argentino muy popular, venciéndolo en un partido a 80 tantos en la especialidad del guante cuadrado y pelotas de "traer y traer" (cada jugador juega con la pelota que él elija).

Las características de la pelota que Paysanyú usaba, muy dura y viva, y la fuerza de su saque hacían a este pelotari invencible (antes del partido contra Txikito hizo un ensayo con varios pelotaris y venció a todos ellos) tras un comienzo complicado Txikito logró hacerse con el partido ganándolo de forma tal que cuando logró los 80 tantos el argentino se había quedado en 40.

Los enfrentamientos con pelotaris Argentinos y vascos en las canchas de Buenos Aires le granjearon una gran popularidad por toda la Argentina. En 1886 volvió a España ya físicamente debilitado lo que le obligó a retirarse de la pelota profesional después de perder algunos enfrentamientos.
Volvió a Buenos Aires para trabajar como intendente en el Frontón Nacional hasta su cierre en 1894, año en que regresó a su tierra natal.


Indalecio Sarasketa  (Txikito de Eibar)

Los últimos años
Desde su regreso definitivo de la Argentina en 1894 Indalecio Sarasketa trabajo como intendente en varios frontones españoles Inauguró el Beti Jai Madrileño, el Euskalduna de Bilbao y el Frontón Condal de Barcelona. Siguió apareciendo en las Kantxas en partidos de desafío y benéficos, en algunos de ellos acompañado por un hijo suyo, en los que lograba demostrar su calidad. Prefería jugar a pala antes que a otras especialidades ya que en esta era donde mantenía mejor nivel.

Muy enfermo de tuberculosis se retiró totalmente pasando dificultades económicas que fueron mitigadas por la solidaridad de compañeros del mundo pelotatzale (aficionados a la pelota). 
El 1 de abril de 1900 moría en su domicilio eibarrés de la calle Elgeta-kalea en la casa conocida como Olave. 

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