sábado, 7 de diciembre de 2013

DATOS BIOGRAFICOS Y PROFESIONALES DE PELOTARIS
HISTORICOS DEL SIGLOS XIX Y XX


AÑO 1895
El juego de pelota que había llegado, por diversas causas, a perder la popularidad que le era necesaria para poder subsistir.
Pero la condición natural de este deporte, el antiquísimo y complejo esqueleto  de su historial y la brillantez de sus recientes periodos de evolución debían, forzosamente producir una reacción, ya que no espontánea, al menos provocada por un prurito de reconocimiento y conservación por parte de elementos reconstructores
A las primeras manifestaciones de actividad y de propaganda respondió un movimiento de popularización que irá intensificándose a medida que se avance en este periodo evolutivo.
Lo que antes se manifestaba de una manera espontánea y desordenada, necesita hoy, por exigencias de la época, un elemento promotor, tal vez artificial, de organizaciones ajenas hasta ahora al desenvolvimiento del juego de pelota, pero a cuya sombra, o al margen de las cuales, puede el juego encontrar el estimulo y la orientación que hoy le faltarían ante las tendencias y las costumbres que privan.
Así, en territorio francés, se ve que el juego recobra de día en día su perdida popularidad y aun va adquiriendo mayor extensión, bajo las nuevas formas organizadas con que ahora se manifiesta.
Mientras se incorpora este deporte al programa de las grandes competiciones de la VIII Olimpiada y se constituye, con un amplio programa, la Federación Francesa de Pelota: y se construye en París un nuevo frontón bajo los auspicios de la flamante Federación y se organiza anualmente y con gran espectáculo de la semana de “Pelota-Basque”, multiplicándose, con este motivo, los nuevos frontones en todo el país vasco-francés; mientras toda esta actividad reanima la vida del juego de pelota, en nuevo elemento, elemento indispensable para el éxito de todas las empresas de todos los tiempos hizo en Francia su aparición, el comentarista.
Vemos a varios escritores franceses entregarse con entusiasmo a comentar el juego de los pelotaris y a admirar la sencillez y el brío de este deporte fundamentalmente atlético y clásico.
Estos escritores admiran y cantan el juego, y su ambiente, y su clasicismo plástico, envuelto en todos los atractivos que para el habitual residente de población tiene las escenas y los festejos que en el pueblo y en la aldea pueden encontrar.
Han descubierto el lado pintoresco, superficial, del “espectáculo regional”, una modalidad del deporte conservada con casi todos sus caracteres primitivos, cosa que siempre es interesante al viajero para contrastar y refrescar sus gustos, ya demasiado convencionales y manidos.
Han sabido sin embargo, escapar a la influencia perniciosa de los explotadores de ese género que hemos llamado “espectáculo regional”, explotadores cuyo único interés está en elaborar programas y festejos, que por su extravagancia sirvan de “atracción al forastero”. Merced a estos industriales de la farsa hemos podido ver producirse el juego de pelota en el ambiente chillón y de colorín de la fiesta de los toros, y mezclado con “boleros” y con cuantas mascaradas tenían a mano y a bajo costo.
Pero, a pesar de esto, a pesar de haber sabido los escritores franceses sustraerse a estas adulteraciones, toda la belleza de sus cantos y la misma sinceridad de sus comentarios, que tan espléndidos frutos han producido, traslucen, precisamente en punto de vista extraño al juego de pelota.
Juan de Irigoyen, bien empapado del asunto, ha nacido y vivido en el ambiente; ha sentido el espíritu del juego; se ha familiarizado con sus técnicas y su mecánica; ha descubierto el valor moral del pelotari y ha sabido presentárnoslo como atleta y como hombre, dentro y fuera de la kantxa; lo ha rehabilitado a los ojos de aquellos que sólo veían en él al instrumento utilizado para fines de especulación comercial.
Nos ha descrito aspectos de la evolución experimentada por el juego a lo largo de los últimos años.
Juan de Irigoyen ha contribuido, con esta labor, al amejoramiento del estímulo personal del pelotari, elevando su moral enalteciendo las ventajas de unos y señalando los defectos de otros.
Hemos visto, gracias a sus comentarios, interesarse al gran público que vivía alejado
De los frontones, por el decaimiento de forma del jugador y…por el estrépito del trasiego de dinero, que eso sí que no había decaído.
Sus comentarios fueron, una vez más, la gran fuerza de propaganda que coronó de éxito los esfuerzos a favor de la expansión del juego de pelota.
Ha laborado Irigoyen porque las empresas organizadoras presten una mayor atención al aspecto atlético y deportivo de este juego.
Los resultados de sus críticas están demostrando, cada día, que el público acude a los frontones en busca de la emoción, altamente deportiva que producen la habilidad y la lucha competida y sincera de los pelotaris.
Todo esto era reverdecer viejos valores y descubrir otros nuevos; era interesar al pueblo en sus propios productos, era producir una nueva fase del interés público; era estimular a la obra y al amejoramiento, y por todo ello encajaba con toda propiedad en la finalidad que se persigue desde las columnas del diario Bilbaíno “Excelsior”, periódico nacido para la expansión intelectual y efectiva de un pueblo demasiado viejo, y que por lo tanto debe volver a nacer.
Juan de Irigoyen y “Excelsior” se han sentido atraídos por el mismo ideal, y durante los dos años de existencia de este periódico han sembrado espléndida semilla en varios sectores de su actividad.
Hoy recogemos, en este libro, un grupo de artículos que constituyen la base firme de un renacimiento en el juego de pelota.
Es solamente una parte de la copiosa labor de Juan de Irigoyen  ha realizado.


EL JUEGO DE PELOTA A MANO Y SU RESTAURACIÓN

Son ya contados y muy viejos los que pudieran hacer revivir los días grandes de “Bisimodu, El Cura de Laba de Marquina, de Pola, del Txikito de Eibar de aquellos grandes pelotaris, cuyas actuaciones, movían enormes masas de aficionados, y en los que el juego de pelota tenía un ceremonial de solemnidad, de culto tradicional, muy lejos del “espectáculo” que hoy lo deforma.
Para aquellos mayorazgos, hidalgos rumbosos, gentes de alcurnia, notarios, curas y rectores, Vizcaínos y Guipuzcoanos, que aconsejaban, acompañaban a los pelotaris, representándoles en las solemnidades de depósito de “señal” e insaculación de pelotas, bajo fe de depositarios honorables el juego de hoy estaría desprovisto de aquella seriedad consustancial al mismo, y que hacía insospechables la perfidia y la traición.
El juego de pelota sufrió un trasplante atrevido, y en contacto con nuevos ambientes y en lucha con otros deportes, llegó a convertirse en “juego de Empresa”, no muy distinto de los practicados en todos los centros de recreo.
Queden pues archivados en la memoria con los débiles contornos de un “daguerreotipo”, el saber local de la pelota en su primitivo ambiente honesto y familiar; en las kantxas pueblerinas, rebordeadas con humilde hierba, con sencillos tablados improvisando tendidos, con las sillas de preferencia sacadas del salón de la casa  del cura; con el banco del presbiterio, cerrando un ángulo; con las fuertes voces apostando onzas por los bandos; con las personalidades de más viso en primera fila, animando a los pelotaris y señalando los puntos débiles del contrario y la táctica a seguir. Algo que es trasunto modificado en sentido progresivo de las escenas pauntadas, hemos alcanzado, no hace aún muchos años y nos proponemos rememorar en éstas crónicas, dedicadas al resurgimiento de la afición a la pelota a mano, juego que se desenvuelve mucho mejor, en ambientes más naturales que los de las Empresas de los grandes frontones.
Era la época en que cedía el entusiasmo por el juego de la “cesta”que tuvo una floración espléndida, gracias, no solamente a su condición de juego brillante, sino a la calidad excepcional de sus cultivadores; Lizureme, Txikito de Eibar, Samperio, Mardura, Irun el León; Portal, Gamborena, Pedrós, Elicegui y toda la serie de pelotaris que dieron vida al a la Pelota-Vasca.
Convertida la pelota en juego de Empresa, menudeaban los partidos en proporción indebida con el esfuerzo necesario para el “juego de bolea” y decayó ésta; vino el revés único; luego la retención, primero mínima y progresivamente mayor, hasta el “juego sucio” de coger la pelota encestarla, mirar al contrario andar cuadro y medio y lanzarla como con una catapulta.
Los verdaderos aficionados retraídos en los pueblos, ya no prestaban atención a los partidos diarios, que se jugaban en las grandes kantxas de los frontones, Eukaduna, de Bilbao, del Jai-Alai y Beti-Jai de San Sebastián, del Central de Madrid; Condal de Barcelona, y un largo etc.etc.
En los pueblos, particularmente en Azkoitia, Azpeitia, Elgoibar y Markina, había un plantel de buenos pelotaris de mano, pero sin la debida preparación para ofrecer espectáculos de emoción.
Las individualidades salientes eran, sin duda el gran “Chochorra, Urcelay I por Guipuzcoa, y el Estudiante de Markina por Vizcaya.
Así la oposición tenía el tradicional carácter de contender los Provincianos (como llaman a los Guipuzcoanos en Vizcaya) y los Vizcainos, Urcelay I, era la elegancia y soltura mismas.
Poseía una “zurda” prodigiosa, aun no superada por ningún pelotari; acometividad, en jugadas, saque violento, seguridad a prueba de constancia.
El Estudiante que lo era de sacerdote, representaba la fuerza, la seguridad, el mantener a su antagonista a distancia respetable, desde donde se hace aventurada toda jugada decisiva.
Se concertaron varios partidos en Gernika (17 de agosto de 1900), Markina, Durango, Eibar (Frontón Viejo), Azpeitia, siendo variados los resultados, pero galvanizando la afición latente en los pueblos y acudiendo en masa el público con entusiasmo creciente a presenciar las proezas de los campeones que fueron los héroes y figuras preeminentes de aquellos años del siglo XIX.
Se hablaba de nuevos pelotaris que en breve saldrían a la palestra: Takolo, Sustarra, Txikito de Azkoitia (el futuro as de la pelota a mano), Errotatxo, Baltasar, Barbero, Modesto y Romualdo Larrañaga; y comenzó la nueva era, delirante de entusiasmo, con llenos en frontones grandes como los de Bergara, Durango y Markina.
El partido de mano era lo primero e imprescindible en los festejos de las villas y las carreteras de Guipuzcoa y Vizcaya se veían de nuevo invadidas por las clásicas “cestas”, conduciendo aficionados que salvaban los puertos de Azcárate, Urcaregui, Areito, para presenciar entusiasmados las faenas de sus ídolos.
Daban un crecido contingente los curas de los pueblos vecinos, y aun lejanos, jugándose algunos las pesetas muy bravamente.
Al año de esta restauración del juego de pelota sale a las kantxas, joven aún y ya maestro, José Joaquín de Larrañaga, (Txikito de Azkoitia), alrededor de cuyo nómbrese escribirá la historia de la pelota en los diez años siguientes.
Pero llegados aquí, merece que a tan gran señor hagamos el merecido honor.


JOSÉ JOAQUÍN LARRAÑAGA “TXIKITO DE AZKOITIA”
EL REY DE LA PELOTA A MANO

Fotografía histórica de José Joaquín Larrañaga (Txikito de Azkoitia)
Acompañado de otro grande de la pelota a mano (Pequeño de Azkoitia )
Azkoitia año 1883

AZKOITIA-GUIPÚZCOZ AÑO 1900
El juego a mano es el modo natural de jugar a pelota, que ha estado siempre presente, subyacente en todos los demás juegos, desde tiempo inmemorial, incluso, por supuesto en los tiempos en que la pelota no podía denominarse, vasca..
Ahora bien, cuando la pelota se introduce, casi subrepticiamente, en las prácticas sociales del área vasca, lo hace con la mano enguantada: así es como juegan,
Juan Martín Inda (Perkain) y Azantza, Kurrutchet y Simon de Arrayoz “el Navarro”.
En aquellos tiempos, y en otros anteriores de inmemorial antigüedad, incluso a mano descubierta jugaban los pastores en sus “pillota-soroak” de Aralar de Urbia, de Larhune o de Soule.
Después en los casi cien años que dura el proceso de adaptación de la pelota, hasta convertirse en un juego netamente vasco, se perfeccionan y modifican las herramientas: se trata en definitiva de salir a la kantxa con el arma necesaria para vencer.
Se alargan los guantes, se introduce la “shistera” y de halla la divertida innovación del “ble”.Y con el “ble”, que juega la juventud, casi a escondidas, contra el muro lateral de una iglesia “o algún arkupe” cuando llueve, vuelve a descubrirse la belleza de l juego a mano limpia al que elevan de tono jugadores tan renombrados como el Cura-Laba de Markina o el Txikito de Eibar.
Y mientras los grandes de la herramienta se convierten en rutilantes estrellas de los frontones industriales no ya sólo de Bilbao o Donosti, sino incluso, de Madrid, Barcelona, Valencia, Buenos Aires, La Habana y México; en las pequeñas e industriales villas de Euskal-Herria meridional se apasionan por el “ble a mano”, donde empiezan a brillar los guipuzcoanos (Chochorra, Urcelay y el estudiante de Markina.
Corre el año 1900 y se anuncian partidos a mano en Gernika, Markina, Durango, Eibar y Azpeitia, con resultados variados que galvanizan a una afición que acude en masa a llenar los frontones.Pronto los nombres de Takolo, Sustarra, Txikito de Azkoitia, Errotatxo, Baltasar, Barbero, Modesto y Romualdo Larrañaga serán tan famosos como los “shisteristas” madrileños o argentinos.
De entre todos estos nombres destacará uno sobre todos: el de José Joaquín Larrañaga, “Txikito de Azkoitia”.

LA ÉPOCA DE TXIKITO DE AZKOITIA
José Joaquín Larrañaga (Txikito de Azkoitia) nació en Azkoitia el año 1883 y si ha habido alguna vez un deportista que ha merecido el ser considerado como “plaza-gizon” un caballero dentro y fuera de la kantxa éste fue “Txikito” que nunca se envaneció de sus triunfos, a quien la gloria no alteró un ápice sus costumbres, que hizo honor siempre a sus obligaciones como deportista y que nunca rehuyó enfrentarse a ningún  rival.
Debutó en las kantxas cuando era todavía un joven de diecisiete años y se distinguió desde sus comienzos por el reposado y científico de su juego, el estudio del contrario y la preparación de sus remates, que precedía siempre de una situación de dominio que lograba con una colocación precisa de la pelota. “Colocaba las cortadas desde el cuadro tres, por orden de intensidad, no arriesgando el tanto en las primeras, pero persiguiendo la intranquilidad del contrario con aquellos pelotazos que buscaban la pared izquierda en rebotes largos, peligrosos. A medida que la contestación era más débil, forzaba el maestro la jugada, hasta que, colocada en condiciones favorables la pelota corría delante seguro y confiado que no podría hacer otra cosa que entregarla, para entra a bolea y rematar como un martillazo, amagar con fuerza y dejarla muerta junto al txoko, cruzarla de dos-paredes, o en un esfuerzo supremo, sacudir la bolea al cuadro tres y medio, cogiendo desprevenido al contrario y encajándola a menudo en el mismo cuerpo”. Dueño y señor de las kantxas, tuvo que ir enfrentándose y además (mano a mano) a todos los nuevos pelotaris que iban saliendo; o jugar en solitario contra parejas, algunas tan famosas como Txortena hermanos; Dongaiitz hermanos o Mendizábal y Japonés. Todo lo cual mermaba considerablemente sus condiciones físicas.
Había además, el morbo de ver derrotado al invencible.
El primero que lo consiguió fue Marcos Astigarraga, “Errezábal I”, pelotari nacido en Elgoibar en 1887 y fallecido en Vidani en 1926 que después de ser manista destacado se hizo profesional de remonte, en un memorable partido que tuvo por marco el frontón Astelena eibarrés Errezábal terrible sacador, obtenía una gran ventaja con esta jugada en la superficie pulimentada de aquella kantxa, que el Txikito aún superior en el peloteo, no podía contrarrestar. La revancha se jugó en San Sebastián sacando del cuadro dos, y el triunfo fue para el de Azkoitia, a quien ya estaba esperando otro rival, Cantabria, que también había vencido a Errezabal I. Bernardo Gárate “Cantabria I”, nacido en Ermua el 20 de mayo de 1883 y a la edad de 14 años sufrió una caída que le dejó inutilizado su brazo izquierdo, lo que no le impediría ser un excepcional pelotari, merced a su resistencia, a su temperamento luchador y a su versatilidad en la ejecución de los saques, que unas veces eran largos y arrimados y otras cortos y venenosos, como balas rasantes que apenas botaban unos centímetros. Fue considerado como Campeón desde su última victoria sobre el Txikito de Azkoitia hasta su derrota en 1913 por “Zapaterito”).
Cantabria y Txikito de Azkoitia se enfrentaron en varias ocasiones, venciendo unas veces Txikito y otras veces Cantabria. Hasta que el de Azpeitia, con muy buen criterio, prefirió dedicarse a jugar como delantero en partidos por parejas y olvidarse de los enfrentamientos “manomanistas”, que si constituían auténticos acontecimientos no le habrían permitido jugar a pelota durante los veinte años largos que estuvo en activo.
A partir de entonces, su presencia fue casi obligada en todas las combinaciones estelares que se organizaban en todos los pueblos importantes con motivo de sus fiestas, patronales y otras festividades, cumpliendo siempre a carta cabal hasta que, sintiéndose sin fuerzas, decidió retirarse  en el año 1923.

PARTIDO HISTORICO
Jugaba Txikito de Azkoitia, un partido en el Jai-Alai, de Ategorrieta contra la pareja formada por los hermanos Dongaitz, en el que llevaba ventaja  EL Txikito que, sin embargo, no se atrevía a arriesgarse en dejadas ya que el menor de los hermanos era un verdadero acróbata velocísimo, capaz de alcanzar pelotas increíbles.
Mediado el partido sintió Txikito que perdía la mano derecha y a partir de ese momento no pensó en otro recurso que pusiera a salvo el dinero apostado por él que jugar con la izquierda, alargar los tantos y esperar que se hiciera de noche para pedir la suspensión del partido por causa de fuerza mayor.
Y así resistiría tantos de 20, 22 y 28 minutos antes de rendirse o tirar el partido.
Y todo ello sin hacer un gesto que indicara lo que sucedía, lo que hubiera podido suponer una cierta connivencia con apostadores, que él nunca tuvo…





José Joaquín Larrañaga, (Txikito de Azkoitia) falleció el 4 de octubre de 1964 a los 
81 años.

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