DATOS BIOGRAFICOS Y PROFESIONALES DE PELOTARIS
HISTORICOS DEL SIGLOS XIX Y XX
AÑO 1895
El juego de pelota que había llegado,
por diversas causas, a perder la popularidad que le era necesaria para poder
subsistir.
Pero la condición natural de este
deporte, el antiquísimo y complejo esqueleto
de su historial y la brillantez de sus recientes periodos de evolución
debían, forzosamente producir una reacción, ya que no espontánea, al menos
provocada por un prurito de reconocimiento y conservación por parte de
elementos reconstructores
A las primeras manifestaciones de
actividad y de propaganda respondió un movimiento de popularización que irá
intensificándose a medida que se avance en este periodo evolutivo.
Lo que antes se manifestaba de una
manera espontánea y desordenada, necesita hoy, por exigencias de la época, un
elemento promotor, tal vez artificial, de organizaciones ajenas hasta ahora al
desenvolvimiento del juego de pelota, pero a cuya sombra, o al margen de las
cuales, puede el juego encontrar el estimulo y la orientación que hoy le
faltarían ante las tendencias y las costumbres que privan.
Así, en territorio francés, se ve que
el juego recobra de día en día su perdida popularidad y aun va adquiriendo
mayor extensión, bajo las nuevas formas organizadas con que ahora se
manifiesta.
Mientras se incorpora este deporte al
programa de las grandes competiciones de la VIII Olimpiada y se constituye,
con un amplio programa, la Federación
Francesa de Pelota: y se construye en París un nuevo frontón
bajo los auspicios de la flamante Federación y se organiza anualmente y con
gran espectáculo de la semana de “Pelota-Basque”, multiplicándose, con este
motivo, los nuevos frontones en todo el país vasco-francés; mientras toda esta
actividad reanima la vida del juego de pelota, en nuevo elemento, elemento
indispensable para el éxito de todas las empresas de todos los tiempos hizo en
Francia su aparición, el comentarista.
Vemos a varios escritores franceses
entregarse con entusiasmo a comentar el juego de los pelotaris y a admirar la
sencillez y el brío de este deporte fundamentalmente atlético y clásico.
Estos escritores admiran y cantan el
juego, y su ambiente, y su clasicismo plástico, envuelto en todos los
atractivos que para el habitual residente de población tiene las escenas y los
festejos que en el pueblo y en la aldea pueden encontrar.
Han descubierto el lado pintoresco,
superficial, del “espectáculo regional”, una modalidad del deporte conservada
con casi todos sus caracteres primitivos, cosa que siempre es interesante al
viajero para contrastar y refrescar sus gustos, ya demasiado convencionales y
manidos.
Han sabido sin embargo, escapar a la
influencia perniciosa de los explotadores de ese género que hemos llamado
“espectáculo regional”, explotadores cuyo único interés está en elaborar
programas y festejos, que por su extravagancia sirvan de “atracción al
forastero”. Merced a estos industriales de la farsa hemos podido ver producirse
el juego de pelota en el ambiente chillón y de colorín de la fiesta de los
toros, y mezclado con “boleros” y con cuantas mascaradas tenían a mano y a bajo
costo.
Pero, a pesar de esto, a pesar de
haber sabido los escritores franceses sustraerse a estas adulteraciones, toda
la belleza de sus cantos y la misma sinceridad de sus comentarios, que tan
espléndidos frutos han producido, traslucen, precisamente en punto de vista
extraño al juego de pelota.
Juan de Irigoyen, bien empapado del
asunto, ha nacido y vivido en el ambiente; ha sentido el espíritu del juego; se
ha familiarizado con sus técnicas y su mecánica; ha descubierto el valor moral
del pelotari y ha sabido presentárnoslo como atleta y como hombre, dentro y
fuera de la kantxa; lo ha rehabilitado a los ojos de aquellos que sólo veían en
él al instrumento utilizado para fines de especulación comercial.
Nos ha descrito aspectos de la
evolución experimentada por el juego a lo largo de los últimos años.
Juan de Irigoyen ha contribuido, con
esta labor, al amejoramiento del estímulo personal del pelotari, elevando su
moral enalteciendo las ventajas de unos y señalando los defectos de otros.
Hemos visto, gracias a sus
comentarios, interesarse al gran público que vivía alejado
De los frontones, por el decaimiento de
forma del jugador y…por el estrépito del trasiego de dinero, que eso sí que no
había decaído.
Sus comentarios fueron, una vez más,
la gran fuerza de propaganda que coronó de éxito los esfuerzos a favor de la
expansión del juego de pelota.
Ha laborado Irigoyen porque las
empresas organizadoras presten una mayor atención al aspecto atlético y
deportivo de este juego.
Los resultados de sus críticas están
demostrando, cada día, que el público acude a los frontones en busca de la
emoción, altamente deportiva que producen la habilidad y la lucha competida y
sincera de los pelotaris.
Todo esto era reverdecer viejos
valores y descubrir otros nuevos; era interesar al pueblo en sus propios
productos, era producir una nueva fase del interés público; era estimular a la
obra y al amejoramiento, y por todo ello encajaba con toda propiedad en la
finalidad que se persigue desde las columnas del diario Bilbaíno “Excelsior”,
periódico nacido para la expansión intelectual y efectiva de un pueblo
demasiado viejo, y que por lo tanto debe volver a nacer.
Juan de Irigoyen y “Excelsior” se han
sentido atraídos por el mismo ideal, y durante los dos años de existencia de
este periódico han sembrado espléndida semilla en varios sectores de su
actividad.
Hoy recogemos, en este libro, un
grupo de artículos que constituyen la base firme de un renacimiento en el juego
de pelota.
Es solamente una parte de la copiosa
labor de Juan de Irigoyen ha realizado.
EL JUEGO DE PELOTA A MANO Y SU RESTAURACIÓN
Son ya contados y muy viejos los que pudieran
hacer revivir los días grandes de “Bisimodu, El Cura de Laba de Marquina, de
Pola, del Txikito de Eibar de aquellos grandes pelotaris, cuyas actuaciones,
movían enormes masas de aficionados, y en los que el juego de pelota tenía un
ceremonial de solemnidad, de culto tradicional, muy lejos del “espectáculo” que
hoy lo deforma.
Para aquellos mayorazgos, hidalgos
rumbosos, gentes de alcurnia, notarios, curas y rectores, Vizcaínos y
Guipuzcoanos, que aconsejaban, acompañaban a los pelotaris, representándoles en
las solemnidades de depósito de “señal” e insaculación de pelotas, bajo fe de
depositarios honorables el juego de hoy estaría desprovisto de aquella seriedad
consustancial al mismo, y que hacía insospechables la perfidia y la traición.
El juego de pelota sufrió un
trasplante atrevido, y en contacto con nuevos ambientes y en lucha con otros
deportes, llegó a convertirse en “juego de Empresa”, no muy distinto de los
practicados en todos los centros de recreo.
Queden pues archivados en la memoria
con los débiles contornos de un “daguerreotipo”, el saber local de la pelota en
su primitivo ambiente honesto y familiar; en las kantxas pueblerinas,
rebordeadas con humilde hierba, con sencillos tablados improvisando tendidos,
con las sillas de preferencia sacadas del salón de la casa del cura; con el banco del presbiterio,
cerrando un ángulo; con las fuertes voces apostando onzas por los bandos; con
las personalidades de más viso en primera fila, animando a los pelotaris y
señalando los puntos débiles del contrario y la táctica a seguir. Algo que es
trasunto modificado en sentido progresivo de las escenas pauntadas, hemos
alcanzado, no hace aún muchos años y nos proponemos rememorar en éstas
crónicas, dedicadas al resurgimiento de la afición a la pelota a mano, juego
que se desenvuelve mucho mejor, en ambientes más naturales que los de las
Empresas de los grandes frontones.
Era la época en que cedía el
entusiasmo por el juego de la “cesta”que tuvo una floración espléndida,
gracias, no solamente a su condición de juego brillante, sino a la calidad
excepcional de sus cultivadores; Lizureme, Txikito de Eibar, Samperio, Mardura,
Irun el León; Portal, Gamborena, Pedrós, Elicegui y toda la serie de pelotaris
que dieron vida al a la
Pelota-Vasca .
Convertida la pelota en juego de
Empresa, menudeaban los partidos en proporción indebida con el esfuerzo
necesario para el “juego de bolea” y decayó ésta; vino el revés único; luego la
retención, primero mínima y progresivamente mayor, hasta el “juego sucio” de
coger la pelota encestarla, mirar al contrario andar cuadro y medio y lanzarla
como con una catapulta.
Los verdaderos aficionados retraídos
en los pueblos, ya no prestaban atención a los partidos diarios, que se jugaban
en las grandes kantxas de los frontones, Eukaduna, de Bilbao, del Jai-Alai y
Beti-Jai de San Sebastián, del Central de Madrid; Condal de Barcelona, y un
largo etc.etc.
En los pueblos, particularmente en
Azkoitia, Azpeitia, Elgoibar y Markina, había un plantel de buenos pelotaris de
mano, pero sin la debida preparación para ofrecer espectáculos de emoción.
Las individualidades salientes eran,
sin duda el gran “Chochorra, Urcelay I por Guipuzcoa, y el Estudiante de
Markina por Vizcaya.
Así la oposición tenía el tradicional
carácter de contender los Provincianos (como llaman a los Guipuzcoanos en
Vizcaya) y los Vizcainos, Urcelay I, era la elegancia y soltura mismas.
Poseía una “zurda” prodigiosa, aun no
superada por ningún pelotari; acometividad, en jugadas, saque violento,
seguridad a prueba de constancia.
El Estudiante que lo era de
sacerdote, representaba la fuerza, la seguridad, el mantener a su antagonista a
distancia respetable, desde donde se hace aventurada toda jugada decisiva.
Se concertaron varios partidos en
Gernika (17 de agosto de 1900), Markina, Durango, Eibar (Frontón Viejo),
Azpeitia, siendo variados los resultados, pero galvanizando la afición latente
en los pueblos y acudiendo en masa el público con entusiasmo creciente a
presenciar las proezas de los campeones que fueron los héroes y figuras
preeminentes de aquellos años del siglo XIX.
Se hablaba de nuevos pelotaris que en
breve saldrían a la palestra: Takolo, Sustarra, Txikito de Azkoitia (el futuro
as de la pelota a mano), Errotatxo, Baltasar, Barbero, Modesto y Romualdo
Larrañaga; y comenzó la nueva era, delirante de entusiasmo, con llenos en
frontones grandes como los de Bergara, Durango y Markina.
El partido de mano era lo primero e
imprescindible en los festejos de las villas y las carreteras de Guipuzcoa y
Vizcaya se veían de nuevo invadidas por las clásicas “cestas”, conduciendo
aficionados que salvaban los puertos de Azcárate, Urcaregui, Areito, para
presenciar entusiasmados las faenas de sus ídolos.
Daban un crecido contingente los
curas de los pueblos vecinos, y aun lejanos, jugándose algunos las pesetas muy
bravamente.
Al año de esta restauración del juego
de pelota sale a las kantxas, joven aún y ya maestro, José Joaquín de
Larrañaga, (Txikito de Azkoitia), alrededor de cuyo nómbrese escribirá la
historia de la pelota en los diez años siguientes.
Pero llegados aquí, merece que a tan
gran señor hagamos el merecido honor.
JOSÉ JOAQUÍN LARRAÑAGA “TXIKITO DE AZKOITIA”
EL REY DE LA PELOTA
A MANO
Fotografía histórica de José Joaquín Larrañaga
(Txikito de Azkoitia)
Acompañado de otro grande de la pelota a mano
(Pequeño de Azkoitia )
Azkoitia año 1883
AZKOITIA-GUIPÚZCOZ AÑO
1900
El juego a mano es el modo natural de
jugar a pelota, que ha estado siempre presente, subyacente en todos los demás
juegos, desde tiempo inmemorial, incluso, por supuesto en los tiempos en que la
pelota no podía denominarse, vasca..
Ahora bien, cuando la pelota se
introduce, casi subrepticiamente, en las prácticas sociales del área vasca, lo
hace con la mano enguantada: así es como juegan,
Juan Martín Inda (Perkain) y Azantza,
Kurrutchet y Simon de Arrayoz “el Navarro”.
En aquellos tiempos, y en otros
anteriores de inmemorial antigüedad, incluso a mano descubierta jugaban los
pastores en sus “pillota-soroak” de Aralar de Urbia, de Larhune o de Soule.
Después en los casi cien años que
dura el proceso de adaptación de la pelota, hasta convertirse en un juego
netamente vasco, se perfeccionan y modifican las herramientas: se trata en
definitiva de salir a la kantxa con el arma necesaria para vencer.
Se alargan los guantes, se introduce
la “shistera” y de halla la divertida innovación del “ble”.Y con el “ble”, que
juega la juventud, casi a escondidas, contra el muro lateral de una iglesia “o
algún arkupe” cuando llueve, vuelve a descubrirse la belleza de l juego a mano
limpia al que elevan de tono jugadores tan renombrados como el Cura-Laba de
Markina o el Txikito de Eibar.
Y mientras los grandes de la
herramienta se convierten en rutilantes estrellas de los frontones industriales
no ya sólo de Bilbao o Donosti, sino incluso, de Madrid, Barcelona, Valencia,
Buenos Aires, La Habana
y México; en las pequeñas e industriales villas de Euskal-Herria meridional se
apasionan por el “ble a mano”, donde empiezan a brillar los guipuzcoanos
(Chochorra, Urcelay y el estudiante de Markina.
Corre el año 1900 y se anuncian
partidos a mano en Gernika, Markina, Durango, Eibar y Azpeitia, con resultados
variados que galvanizan a una afición que acude en masa a llenar los frontones.Pronto
los nombres de Takolo, Sustarra, Txikito de Azkoitia, Errotatxo, Baltasar,
Barbero, Modesto y Romualdo Larrañaga serán tan famosos como los “shisteristas”
madrileños o argentinos.
De entre todos estos nombres
destacará uno sobre todos: el de José Joaquín Larrañaga, “Txikito de Azkoitia”.
LA ÉPOCA DE TXIKITO DE
AZKOITIA
José Joaquín Larrañaga (Txikito de
Azkoitia) nació en Azkoitia el año 1883 y si ha habido alguna vez un deportista
que ha merecido el ser considerado como “plaza-gizon” un caballero dentro y
fuera de la kantxa éste fue “Txikito” que nunca se envaneció de sus triunfos, a
quien la gloria no alteró un ápice sus costumbres, que hizo honor siempre a sus
obligaciones como deportista y que nunca rehuyó enfrentarse a ningún rival.
Debutó en las kantxas cuando era
todavía un joven de diecisiete años y se distinguió desde sus comienzos por el
reposado y científico de su juego, el estudio del contrario y la preparación de
sus remates, que precedía siempre de una situación de dominio que lograba con
una colocación precisa de la pelota. “Colocaba las cortadas desde el cuadro
tres, por orden de intensidad, no arriesgando el tanto en las primeras, pero
persiguiendo la intranquilidad del contrario con aquellos pelotazos que
buscaban la pared izquierda en rebotes largos, peligrosos. A medida que la
contestación era más débil, forzaba el maestro la jugada, hasta que, colocada
en condiciones favorables la pelota corría delante seguro y confiado que no
podría hacer otra cosa que entregarla, para entra a bolea y rematar como un
martillazo, amagar con fuerza y dejarla muerta junto al txoko, cruzarla de
dos-paredes, o en un esfuerzo supremo, sacudir la bolea al cuadro tres y medio,
cogiendo desprevenido al contrario y encajándola a menudo en el mismo cuerpo”. Dueño
y señor de las kantxas, tuvo que ir enfrentándose y además (mano a mano) a
todos los nuevos pelotaris que iban saliendo; o jugar en solitario contra
parejas, algunas tan famosas como Txortena hermanos; Dongaiitz hermanos o
Mendizábal y Japonés. Todo lo cual mermaba considerablemente sus condiciones
físicas.
Había además, el morbo de ver
derrotado al invencible.
El primero que lo consiguió fue
Marcos Astigarraga, “Errezábal I”, pelotari nacido en Elgoibar en 1887 y
fallecido en Vidani en 1926 que después de ser manista destacado se hizo
profesional de remonte, en un memorable partido que tuvo por marco el frontón
Astelena eibarrés Errezábal terrible sacador, obtenía una gran ventaja con esta
jugada en la superficie pulimentada de aquella kantxa, que el Txikito aún
superior en el peloteo, no podía contrarrestar. La revancha se jugó en San
Sebastián sacando del cuadro dos, y el triunfo fue para el de Azkoitia, a quien
ya estaba esperando otro rival, Cantabria, que también había vencido a
Errezabal I. Bernardo Gárate “Cantabria I”, nacido en Ermua el 20 de mayo de
1883 y a la edad de 14 años sufrió una caída que le dejó inutilizado su brazo
izquierdo, lo que no le impediría ser un excepcional pelotari, merced a su
resistencia, a su temperamento luchador y a su versatilidad en la ejecución de
los saques, que unas veces eran largos y arrimados y otras cortos y venenosos,
como balas rasantes que apenas botaban unos centímetros. Fue considerado como
Campeón desde su última victoria sobre el Txikito de Azkoitia hasta su derrota
en 1913 por “Zapaterito”).
Cantabria y Txikito de Azkoitia se
enfrentaron en varias ocasiones, venciendo unas veces Txikito y otras veces
Cantabria. Hasta que el de Azpeitia, con muy buen criterio, prefirió dedicarse
a jugar como delantero en partidos por parejas y olvidarse de los
enfrentamientos “manomanistas”, que si constituían auténticos acontecimientos
no le habrían permitido jugar a pelota durante los veinte años largos que
estuvo en activo.
A partir de entonces, su presencia
fue casi obligada en todas las combinaciones estelares que se organizaban en
todos los pueblos importantes con motivo de sus fiestas, patronales y otras
festividades, cumpliendo siempre a carta cabal hasta que, sintiéndose sin
fuerzas, decidió retirarse en el año
1923.
PARTIDO HISTORICO
Jugaba Txikito de Azkoitia, un partido
en el Jai-Alai, de Ategorrieta contra la pareja formada por los hermanos
Dongaitz, en el que llevaba ventaja EL
Txikito que, sin embargo, no se atrevía a arriesgarse en dejadas ya que el
menor de los hermanos era un verdadero acróbata velocísimo, capaz de alcanzar
pelotas increíbles.
Mediado el partido sintió Txikito que
perdía la mano derecha y a partir de ese momento no pensó en otro recurso que
pusiera a salvo el dinero apostado por él que jugar con la izquierda, alargar
los tantos y esperar que se hiciera de noche para pedir la suspensión del
partido por causa de fuerza mayor.
Y así resistiría tantos de 20, 22 y
28 minutos antes de rendirse o tirar el partido.
Y todo ello sin hacer un gesto que
indicara lo que sucedía, lo que hubiera podido suponer una cierta connivencia
con apostadores, que él nunca tuvo…”
José Joaquín Larrañaga, (Txikito de Azkoitia)
falleció el 4 de octubre de 1964
a los
81 años.
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