Los
primeros Campeonatos (Individuales) de remonte se celebraron en el año 1915, en
el frontón de verano descubierto frontón “Jai-Alai” del barrio Donostiarra de
Ategorrieta, participaron los cuatro “Ases” del cuadro Pequeño de Elgoibar,
Arzamendi, Berolegi y
“El León Navarro” Joshé Irigoyen.
Programa
anunciador del “Campeonato-Individual de remonte” en el frontón descubierto de
verano el frontón “Jai-Alai” en el
barrio donostiarra de Ategorrieta.
En el año
2004 la modalidad de pelota vasca de remonte cumplió un siglo de vida. El
guante de mimbre que introdujera el Pamplonés Juan Moya Bernedo, pronto recibió la
aceptación de los pelotaris que jugaban bien con guantes de cuero o bien a mano
descubierta.
El Guante, el 1º inferior que fue desplazado por el remonte 2º superior
en el año 1904 año de su invención por el Pamplonés Juan Moya Bernedo
San Sebastián 25 de Julio de 1915
La ciudad
de San Sebastián en la que por aquel entonces se respiraba un aire liberal y
aristócrata no tardó en adoptar aquella nueva modalidad que fusionaba el juego
tradicional con las nuevas corrientes, y la Empresa de Pelota del Moderno
congregó a las mejores figuras que destacaban en la cancha.
La afición
remontista no cesaba de aumentar. No había día en que no se editara alguna
crónica sobre estos partidos, que en aquellos primeros años prevalecían incluso
sobre el fútbol.
Los
partidos solían ser de dobles, individuales, de uno contra dos o incluso de dos
contra tres. La empresa procuraba hallar el equilibrio entre las parejas
atendiendo a su nivel deportivo, y también para decidir el cuadro por el que
iba a realizarse el saque. Así es como empezaron a organizar campeonatos.
Para dar
con noticias sobre los primeros campeonatos que tuvieron lugar en San Sebastián,
se han de hojear los antiguos periódicos del verano de 1915, fecha en la que se
celebró un majestuoso campeonato individual entre los cuatro mejores pelotaris
del momento.
Aspecto
que presentaba el frontón Jai-Alai Donostiarra en la celebración del “Campeonato-Individual” de
remonte del año 1915.
Tales
jugadores no eran otros que Pequeño de Elgoibar, que jugaba en Pamplona, y
Arzamendi,Berolegi e Irigoien, de San Sebastián. Los partidos a jugar eran
dos: el día de Santiago tendría lugar el de Pequeño de Elgoibar contra
Arzamendi, y el siguiente sábado el de Berolegi contra Irigoien. La gran final
entre los vencedores se celebraría el 8 de agosto. Todos los saques se habrían
de realizar desde el noveno cuadro. El campeón no sólo se alzaría con el preciado
título, sino que además obtendría una medalla y un premio dotado con 500
pesetas. Los partidos se jugarían en el frontón descubierto Jai Alai de
Ategorrieta, a las cuatro y media de la tarde, y en el caso de que hiciera mal
tiempo, en el frontón cubierto Moderno de Atocha. El punto de venta de las
entradas estaba localizado en la Central
de Automóviles, en el número 1 de la Alameda (en el Hotel Central del Boulevard).
Todas las sillas, palcos y galerías estuvieron llenos a rebosar en los tres
partidos. Ni tan siquiera el doble de gradas habría sido suficiente como para
dar cabida a todos los aficionados. Había espectadores incluso en el tejado. En
lo que respecta al precio de las entradas de este Campeonato, hay señalar que
los palcos de ocho estaban a 22 pesetas, las sillas numeradas de la cancha a 3,
y los bancos de la cancha a 2 pesetas. Las primeras filas de la galería
costaban 1,25 pesetas, y las restantes 0,75.
El
pelotari Navarro Joshé Irigoyen “El León Navarro” que participó en el campeonato-individual
de remonte, y que perdió frente al gran remontista Azpeitiano Berolegi
Concentrémonos,
pues, en el partido. La cátedra en la primera eliminatoria presentaba una
desproporción de 20 a
15 a
favor de Pequeño de Elgoibar; no obstante, Julian Arzamendi se impuso sin
dificultad alguna y el partido finalizó con un resultado de 50 a 33. A ambos pelotaris les
resultó muy difícil mantenerse al margen del ambiente reinante, y si bien al
principio no realizaron un buen juego, Julián terminó por ser el vencedor
absoluto frente al elgoibartarra.
En la
segunda vuelta para la final, celebrada el día de San Ignacio, Berolegi tuvo
como contrincante al joven Irigoien. El periodista del diario republicano La Voz de Guipúzcoa aseguraba que el
ambiente en Ategorrieta superaba con creces al que se respiraba durante la
época dorada, treinta años atrás.
La cátedra
se inclinaba por Berolegi, a pesar de ir perdiendo 27 a 18, y haberse caído y
lastimado la cabeza. Los espectadores se llevaron un buen susto cuando tuvo que
ser conducido a la enfermería, aunque sus temores se disiparon al observar que
regresaba a la cancha. Y no defraudó a sus seguidores: lleno de ímpetu,
consiguió empatar en dos ocasiones, a 28 y a 32, y no tardó en tomar la
delantera, consiguiendo el pase para la final gracias a un resultado de 50 a 42.
La empresa
organizó partidos previos a la celebración de la final entre las cuatro
figuras, de parejas, de perdedores contra ganadores. El primer día de agosto,
cuando Irigoien y Pequeño de Elgoibar iban ganando 4 a 2, la lluvia obligó a
suspender el partido, que tuvo que postergarse hasta el día 5. Tres de los
pelotaris, junto a Vega, partieron hacia el frontón Moderno. ¡Apenas había
espacio para albergar a la cantidad de espectadores, que acudieron en tranvía,
en coche y en automóviles! El partido concluyó con la victoria de Irigoien y
Vega, frente Arzamendi y Pequeño de Elgoibar, con un resultado de 50 a 39. En el segundo
partido, que tuvo lugar el 5 de agosto, Berolegi y Arzamendi arrasaron y dieron
una inmensa paliza a Irigoien y Pequeño de Elgoibar, ganando por 50 a 26. Los rojos no
consiguieron imponerse en el marcador ni en una sola ocasión.
Por fin,
llegó el día de la gran final. A las cuatro y media de la tarde el Frontón Jai
Alai ofrecía un aspecto inmejorable. Se respiraba una gran excitación, ya que
el primer partido de la jornada iba a ser nada menos que la final.
Los dos pelotaris
finalistas del Campeonato Individual de remonte, son: Julián Arzamendi
Larrea y Félix Berolegi Orbegozo
Los jugadores
fueron recibidos en la cancha con una gran ovación. La cátedra se inclinaba con
una ventaja de 20 a
12 por Arzamendi. El saque le correspondió a Berolegi, y marcó cuatro tantos
seguidos. Las apuestas, sin embargo, apuntaban a favor de Arzamendi. No tardó
en empatar a cinco y adelantarse en el marcador. Julián mostraba una gran
maestría en aquello que los entendidos llamaban toque. Berolegi, por su parte, quería demostrar que su habitual
destreza era más que suficiente para derrotar al león. Cada tanto que marcaban constituía toda una pelea, y el
público no cesaba de aplaudir el magnífico espectáculo que estaban ofreciendo.
A partir del empate a 19, fue Berolegi quien se antepuso. La gente que apostó
por lo bajo se mostraba satisfecha y confiada en su victoria. Durante los
siguientes tantos no hizo sino mantenerse la proporción, y se produjeron muchos
empates, a 23, 25, 26, 28, 30 y a 37, este último de los más peloteados, que
marcó Berolegi. Jugaba en los cuadros delanteros unas pelotas muy difíciles, logrando
derrotar al poderoso contrincante. Los espectadores se pusieron en pie para
aplaudir al famoso delantero.
Se produjo
otro empate a 38, y un último a 43. De ahí en adelante Arzamendi se impuso
haciendo gala de una fuerza pasmosa. Julián llegó a la última vuelta sin que
Berolegi marcara más de dos tantos, que en esta última fase no llegó a
demostrar ni un cuarto de lo que venía realizado durante el partido. Estaba
irremediablemente doblegado a la bravura del extraordinario contrincante. Así,
aquel primer Campeonato de Remonte finalizó con un resultado de 50 a 45.
Ambos
jugadores contaban con una nutrida afición que les dedicó una larga ovación. El
periodista del diario El Pueblo Vasco
afirmaba haber disfrutado de uno de los mejores partidos de la historia del
remonte. El partido se prolongó durante dos horas, una duración inusual para
tratarse de la modalidad individual; de hecho, los pelotaris tuvieron que
sentarse en varias ocasiones para recuperar el aliento. Terminaron extenuados.
No olvidemos que por aquel entonces acostumbraban a jugar con alpargatas, y que
durante los partidos que por lo habitual se disputaban a 50 tantos los rompían
unas dos o tres veces.
La cátedra
perdió por haber apostado en exceso por Arzamendi. El tanteó les obligó a
realizar varias modificaciones para equilibrar la desproporción inicial.
Aquellos que jugaron por debajo, sin embargo, no dejaron escapar la ocasión.
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