viernes, 21 de diciembre de 2018



"HISTORIAS DE LA PELOTA-VASCA"
LOS TRINKETES DE PAMPLONA EN EL SIGLO XIX


Frontón "Juego-Nuevo" de Pamplona, inaugurado el año 1840, cerró sus puertas el año 1909



Este articulo esta escrito por el inefable Jokintxo Ilundain: En el año 1840, existían en Pamplona, varios juegos de pelota, bastantes más desde luego que hoy (año 1944), a pesar de que la ciudad no sobrepasaba los (25.000 habitantes).
Probablemente el más antiguo, aunque de carácter particular era el del Seminario de la calle de la Tejería, que existió medio derruido y carcomido por el paso del tiempo  el descuido, hasta el año 1930; tenía una puerta aparte con el Seminario y se subía al trinkete por unos ocho peldaños de escalera irregular.
Allí llegaron a jugar varios mozos pamploneses. Conservaba los recovecos de una construcción irregular lo cual servía para que la pelota tomase en la pared unos efectos raros, y el techo era de vigas de madera en tramos dispares.
Tenía un pasillo bajo, techo a la izquierda, con una red metálica a base de hierros, y en la parte alta de la izquierda unos balcones que en su tiempo habían sido palcos de los muy reverendos y señores catedráticos.
Existía también el largo, para lo cual se habilitaba en  primavera, verano y en las Fiestas de San Fermín la plaza de la Constitución (actual plaza del castillo), en su lado más soleado y


Año 1912 la Plaza de la Constitución, con el monumento a la (Mari Blanca) patrona de los desamparados, actualmente Plaza del Castillo


Se ponían bancos alrededor del juego que solían sacarse del teatro viejo de la calle de Comedias y de la Iglesia de San Nicolás.
Pero los que fueron más populares fueron los de la Pellejería y los de la calle de San Agustín.
El de la Pellejería estaba frente a la plazuela del mercado de cerdos y fue derribado cuando se instalo la fábrica de pastas de los  industriales Señores. Oteiza.
Era largo y tenía salida también a la calle de los Descalzos.
Vivió y existió durante todo el azaroso periodo de las guerras civiles y de sitio en Pamplona.
Entre los datos que he podido investigar sobre este frontón es que allí se reunió más de una vez la famosa partida de “Carricalutxe”.
Una anécdota, un tanto macabra, pero de fuerte sabor del sector turbio y pendenciero de los viejos trinketes pamploneses la voy a recordar aquí.
Hasta hace años era conocidísima en todas las tiendas antiguas del barrio de San Lorenzo.
El año 1885 el cólera hizo estragos en Pamplona. ¡El famoso año del cólera¡ en el Ayuntamiento hay unas curiosas testaciones sobre el avance del cólera.
Un escribano, anota al margen de ciertos documentos. “El Cólera está en Caparroso”
A los cinco días: “El cólera está en Puente la Reina”. Después: el cólera está en Noáin, para terminar tan terrible invasión, anotando cierto día: “El cólera ya ha llegado a Pamplona”.
Pues aún cuando la ciudad era muy pequeña fue muy numerosa la mortandad diaria y el Ayuntamiento, para evitar el triste espectáculo de ver “depósitos” y más “depósitos” para  toda la ciudad y a todas horas, dispuso que los que falleciesen fueran llevados, por la noche, a la pequeña capilla de la Virgen de la O, y de allí, al filo de la madrugada al cementerio
El otro trinkete clásico en el viejo Pamplona del ochocientos, era el de San Agustín: más moderno que el de Pellejería, más alegre y de más garantía.
A finales del siglo XIX, era frecuentadísimo por toda la juventud de Pamplona, que alternaba, para satisfacer su afición entre el “Juego-Nuevo” y el trikete de San Agustín más moderno que el de pellejería más alegre y de más garantía.
Esta situado en el lugar que ocupo el Viejo Euskal-Jai  y su pared derecha es la que ocupaba el bar del frontón.
Igual que el de la pellejería también tenía salida a la calle de la Merced y frente al trinkete había una taberna siempre frecuentada por aficionados a la pelota y los vecinos de la calle, su dueño era un tal Azcona al que le llamaban “Minchar”.
Varios aficionados de los que después llegaron a ser famosos pelotaris en el Juego-Nuevo hicieron su aprendizaje en el trinkete de San Agustín, que tenía dimensiones bastante grandes, con paredes ciegas a los dos lados y tejadillo en la zaga.
Tal sucedió con “Matxin” el popularísimo Martín Etxegaray, que fue uno de los que más jugaron en dicho trinkete.
Se recuerda de el un partido que jugó en mayo de 1898, contra otro buen mozo; “El Sanitario de Esquiroz”, a quien le llamaban así porque había estado o estaba de soldado en el Cuerpo de Sanidad. Era un domingo y comenzaron a jugar (mano a mano) a las diez de la mañana.
Entre los amigos de uno y otro, se jugaba mucho dinero. “Matxin” salió con una camiseta de pelotari a la moda de entonces a rayas coloradas, el “sanitario” con una camiseta de fuerte tela negra.
Cuando estaban igualados a cinco juegos muchos de los espectadores fueron a oír misa a San Agustín, volviendo después al trinkete.
Ya estaban jugando a cinco nuevos juegos. Luchando y sudando, les llegó la hora de comer, bebieron algo caliente, se abrigaron con unas mantas unos minutos y siguió el partido.
Toda la tarde estuvieron jugando y a las siete estaban nuevamente igualados a juegos después de haber hecho cada uno (veinte juegos) en ese momento el juez un tal “Zamorano” suspendió el partido,  después de nueve horas de juego, y con aquellas pelotas que aunque blandas, eran grandes y de poco toque.
Otro partido que aún se recuerda fue el que jugaron Saturnino Aramendia y Lucio el Telonero, un peón que tenía Vives, contra “El Esquilador de Astráin”, mozo que cuando venía a jugar a  Pamplona levantaba un torbellino de discusiones.
Ya de pequeño se vio en el la valía e intuición para el juego de la pelota y los de Astráin le llevaron un día a Puente para que jugase contra los dos mejores del pueblo.
Los de Astráin volvieron repletos de buenos dineros. Otra vez jugó en Obanos un partido de gran expectación comarcal contra Eugenio Eraso de Uterga, quien le ganó al “Esquilador”
Tenía días de juego genial y partidos en los que se abatía inesperadamente.
El partido que jugó en el Trinkete de San Agustín a que hacemos referencia era a jugar la pareja solamente con la izquierda y “El esquilador”, libre. S atravesaron grandes cantidades de dinero y rompieron no sé cuantas pelotas, jugaron no sé cuantas horas, porque en el trinkete aquel, muy parecido al de Lecumberri, el tanto era muy difícil de rematar.
Y, al final, tras varias igualadas, en el último juego, los tres o cuatro últimos tantos los hizo Aramendia con una habilidad extraordinaria y aprovechándose del manifiesto decaimiento o descorazonamiento del de Astraín, quien de resultas de este partido, enfermó para una buena temporada.
Antes de ocuparnos de la época de la iniciación del remonte, que tuvo lugar en aquel inolvidable Juego-Nuevo de Pamplona, justo es, que pongamos un poco de orden, los recuerdos de los famosos pelotaris de fin de siglo XIX, y que fueron, por su popularidad nacida de su valía, los ídolos de los públicos de entonces.
Además de la pelota a mano, privaba el guante, primero corto y después Mauser, muy alargado y estrecho, de pergamino duro y amarillento, hasta que según el Abate Blasi, invento la txistera un pelotari francés llamado Gantxiki Harotra.
En todo el país, había numerosos frontones dispuestos para tal juego, cuyo radio de acción abarcaba, con las pelotas de entonces, hasta 18 cuadros: eran abiertos con graderías de piedra o de madera tras la amplia y arenosa contra kantxa y tenían nombre de fama, por los partidos que en ellos se disputaban, los dos del viejo Bilbao, el de Portugalete, Markina, Durango, Vergara, Azpeitía, Renteria…y el Juego-Nuevo, de Pamplona, adosado a la casa de Misericordia, cuando estaba situada en la Taconera, posteriormente Paseo de Sarasate, y después, el gran frontón  descubierto de verano el Jai-Alai del barrio de Ategorrieta de San Sebastián que se construyo en el año 1886, al calor del renacimiento de la afición a la pelota, operado por Indalecio Sarasketa, el “Gran Txikito de Eibar”.

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