LOS VIEJOS TIEMPOS JUGADORES, KANTXAS Y FRONTONES
Frontón Plaza Euskara, se construyo para la celebración
del gran enfrentamiento entre el gran pelotari vasco, Indalecio Sarasketa
(Txikito de Eibar) y el gran pelotari Guantista, Pedro Zabalete (Paysandú), fue
en el año 1885, en Buenos-Aires-Argentina
BUENOS- AIRES AÑO 1947
El viejo y noble
juego de la pelota vasca, franco, fuerte y recio como la raza que lo creó y
divulgó por todas partes, tiene en nuestro país muchos y entusiastas cultores
desde tiempos inmemoriales.
No podría decirse, en
efecto, cuando comenzó a practicarse entre nosotros ese duro y saludable
ejercicio, propio de cuerpos y temperamentos vigorosos, pero no creemos errar
el “saque” si suponemos y calculamos que el primer vasco que piso nuestras
cantxas aprovechó sus ratos de ocio en fe clamorosa sobre todo en la segunda
mitad del siglo XIX.
Después decayó un
poco con la novedad de los deportes importados, aunque sin llegar nunca a
desmayar en grado que pusiera en peligro su vida; y ahora resurge poderosamente
ganando en el aspecto deportivo lo que perdió en carácter de espectáculo
servido por profesionales y con mediación de un interés que no era,
precisamente, el de la simple diversión y la pasión de la lucha por la lucha
misma.
Entre los viejos
aficionados y los había, como los hay, según queda dicho en todas las clases
sociales se recuerda, como día de las primeras kantxas de Montevideo, la de
Valentín, en la calle Rincón, que allá por el año 1866 congregaba a los mejores
jugadores y a los más entusiastas espectadores de la época.
Más adelante fue
construida la famosa kantxa de la calle san José en el lugar que hoy ocupa
“Euskal-Erria”, siendo también renombradísima la de Eleta en la Unión. Brillaron
entonces, como grandes pelotaris, entre otros que no recordamos, el citado
Eleta, Basilio, León, Zapaterito, Martín, Belcha, Barusari, Salcador,
Etxeverria y el as de ases Pedro Zabaleta el inolvidable “Paysandú”.
La segunda época de
la pelota vasca arranca de 1889 habiendo sido su escenario más caracterizado el
centro Vascongado, que se hallaba donde hoy se halla el Circulo de Armas.
Cuadro de pelotaris vascos, que jugaron en los
frontones Argentinos en el siglo XIX, en la especialidad de (cesta-punta)
Disputaron allí
partidos de gran resonancia el “Tábano”, Felix Irán, Juan Maria Ansa “El
Changador”, el Nene, el Porteñito, los hermanos Markina, el Mosquito, Juan
Mendilaharsu, Cuñado, Gallito, Estarán, Criollo, Chiche, Sabino, Duran y un
largo etc.
Entre 1893 y 1895,
jugaron en el Jai-Alai, destacados pelotaris españoles, verdaderos maestros en
“Cesta y Guante”.
Y en 1900 se inauguró
la hermosa kantxa del Circulo de Armas, a cuyo cargo se halla desde hace mucho
tiempo el viejo jugador Martín Lacau, conocido como pelotari de renombre por
“Criollo”. Verdadero Técnico en todo lo que se relaciona con el viril juego
vasco,
Criollo, dedica
muchos de sus ratos a fabricar pelotas, “Shares” y otros elementos propios del
oficio.
PEDRO ZABALETA “PAYSANDÚ”
NACIÓ EN (ENTRE-RIOS) ARGENTINA AÑO
1854
Fotografía del siglo XIX, del Napoleón de la
pelota-Vasca, Indalecio Sarasketa (Txikito de Eibar)
Merece capitulo
aparte en esta ligera reseña, y en cuantas se hagan, sobre el juego de pelota
en el Rió de la Plata. Pedro
Zabaleta “Paysandú”, el pelotari célebre entre los célebres, el que conquistó
mayores prestigios y simpatías y, sin disputa, el más grande de los jugadores
conocidos, en nuestro ambiente.
Natural de Entre Ríos,
donde nació el 19 de mayo de 1854,
a los seis años fue llevado a “Paysandú”, para continuar
allí la tradicional actuación de su padre, uno de los buenos elementos de la
época y fue precisamente frente a jugadores de la amistad de su progenitor,
donde se reveló como un fuerte pelotari.
Luego se trasladó a
nuestra ciudad, ya precedido de un renombre que debió extenderse en poco
tiempo, hasta hacerlo el más popular de los pelotaris.
En todas nuestras
cantxas impuso desde el primer instante las aptitudes innatas y una pericia
única que lo hacían adversario casi imbatible de los mejores.
No es posible seguir
paso a paso esa carrera triunfal en la que abundan episodios dignos de figurar
al frente de los anuales del deporte vasco.
En la vieja cantxa de
Santiago, en la Unión ,
frente a Basilio, aquel otro artista del juego a “Guante”, descolló en forma
que anticipaba los sonados éxitos que formaron después el pedestal de su fama.
A mano limpia, a
Guante libre o con la zurda, “Paysandú” aceptaba todos los desafíos,
conquistando victorias que provocaban el entusiasmo delirante del público y
daban amplios temas al comentario.
Retirado de la lucha,
su alejamiento de las kantxas y frontones, no hizo mella en su renombre, que conservó
incólume, sirviendo el recuerdo de sus
proezas para luego destacar las de aquellos que habían de sucederle en el patio
de las kantxas y frontones.
Nos parece verlo
escribe un cronista de la época erguida su estatura de hombre fuerte y
vigoroso, sonriente siempre, siempre afable.
Nos parece verlo en
el momento álgido de la lucha, dominador del juego, listo en todas partes,
adivinando el ardid se sus contrarios y sorprendiéndolos con sus golpes audaces
e imprevistos.
Vaya un recuerdo. En aquellas
épocas, en la antigua kantxa de la calle San José, templo de la vieja afición,
Juancito y Carrica, pareja formidable, obtenía triunfo tras triunfo, derrotando
a los jugadores más caracterizados.
Eran Juancito un
jugador joven, hábil, que había conquistado unánimes simpatías y Carrica, de
más edad, práctico y avezado formaba con el anterior una pareja que,
complementándose admirablemente, era muy difícil de vencer.
Fue entonces que
intervino Paysandú, quien buscó su compañero con el viejo Neques, kantxero de
San José y en esa época ya en visible decadencia.
El nombre de
“Paysandu”, su fama impusieron dificultades al partido, que fue al fin
concertado a (Mano Limpia) y a 80 tantos, buscándose de ese modo un mayor
equilibrio ya que ese numero favorecía a la pareja joven, restando
probabilidades al viejo Neques y al mismo “Paysandú”, cuyas fuerzas físicas no
rayaban ya a la altura de las de sus adversarios.
En medio de una
intensísima expectativa comenzó el juego. Los partidarios de Juancito y
Carrica, confiaban plenamente en el número de tantos, como medio de quebrantar
los bríos de los otros.
Pero no fue así.
Desde el primer
momento arremetió “Paysandú” con ímpetu, tomando decidida ventaja sobre sus
rivales.
Estaba en todas
partes. Jugando en la zaga se hacía presente en la delantera, en el medio, en
todos los tramos de la kantxa, pidiendo la pelota a su compañero, para
colocarla con habilidad suma o rematarla con uno de sus golpes irrestables.
Y “Paysandú” alcanzó,
así, los ochenta tantos, sin aparentar grandes esfuerzos mientras sus
contrarios se quedaban en cincuenta tantos.
“Paysandú” sin
embargo, mordió el polvo de la derrota en un partido que los cronistas
guardarán eternamente.
Fue en el frontón
Buenos-Aires; allí resultó vencido por “El Txikito de Eibar” (mano a mano), a
Guante-Corto.
¿Cómo explicar
aquella derrota imprevista después de un triunfo seguro y ya descontado?
¿Cómo Paysandú pudo
perder aquel partido ganado, cuando sus parciales tenían ya ultimados los
preparativos de una grandiosa manifestación, visto que la derrota de Txikito de
Eibar era inminente?
“Paysandú” según
decimos tenia la partida ya a su disposición. La ventaja era mucha para que
pudiera sospecharse un cambio en las posiciones respectivas de los adversarios.
De pronto uno de los
amigos del de Eibar lo invitó a emplear la misma pelota de su contrario y desde
ese momento se produjo un cambio radical en el juego, que aprovechó el rival
del gran “Paysandú” para igualar posiciones y batirlo, en medio de la
estupefacción general. Fue el Waterloo del maestro.
“Paysandú” falleció
en Landa (Republica Argentina en 1928)
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