HISTÓRIA DE LOS TRINKETES DE PAMPLONA EN EL SIGLO XIX,Y LA INVENCIÓN DEL (YOKO-GARBI)
Plaza de la Constitución , con el
monumento a la (Mari Blanca) patrona de los desamparados, actualmente Plaza del
Castillo
Este articulo está escrito por el
inefable Jokintxo Iludían. En el año 1840, existían en Pamplona, varios juegos
de pelota, bastantes más desde luego que hoy (año 1944).
A pesar de que la ciudad no sobrepasaba
los (25.000 habitantes).
Probablemente el más antiguo, aunque de
carácter particular era el del Seminario de la calle de la Tejería , que existió medio
derruido y carcomido por el paso del tiempo
y el descuido, hasta el año 1930; tenía una puerta aparte con el
Seminario y se subía al trinkete por unos ocho peldaños de escalera irregular. Allí
llegaron a jugar varios mozos pamploneses. Conservaba los recovecos de una
construcción irregular lo cual servía para que la pelota tomase en la pared
unos efectos raros, y el techo era de vigas de madera en tramos dispares. Tenía
un pasillo bajo, techo a la izquierda, con una red metálica a base de hierros,
y en la parte alta de la izquierda unos balcones que en su tiempo habían sido
palcos de los muy reverendos y señores catedráticos.
Existía
también el largo, para lo cual se habilitaba en
primavera, verano y en las Fiestas de San Fermín la plaza de la
Constitución (actual plaza del Castillo), en su lado más soleado y se ponían bancos
alrededor del juego que solían sacarse del teatro viejo de la calle de Comedias
y de la Iglesia de San Nicolás.
Pero los que
fueron más populares fueron los de la Pellejería y los de la calle de San
Agustín. El de la Pellejería estaba frente a la plazuela del mercado de cerdos
y fue derribado cuando se instaló la fábrica de pastas de los industriales Señores. Oteiza.
Era largo y
tenía salida también a la calle de los Descalzos.
Vivió y
existió durante todo el azaroso periodo de las guerras civiles y de sitio en
Pamplona. Entre los datos que he podido investigar sobre este frontón es que
allí se reunió más de una vez la famosa partida de “Carricalutxe”.
Una anécdota,
un tanto macabra, pero de fuerte sabor del sector turbio y pendenciero de los
viejos trinketes pamploneses la voy a recordar aquí.
Hasta hace
años era conocidísima en todas las tiendas antiguas del barrio de San Lorenzo. El
año 1885 el cólera hizo estragos en Pamplona. ¡El famoso año del cólera¡ en el
Ayuntamiento hay unas curiosas testaciones sobre el avance del cólera. Un
escribano, anota al margen de ciertos documentos.
El Cólera está en
Caparroso
A los cinco
días: “El cólera está en Puente la
Reina ”. Después: el cólera está en Noáin, para terminar tan
terrible invasión, anotando cierto día: “El cólera ya ha llegado a Pamplona”. Pues
aun cuando la ciudad era muy pequeña fue muy numerosa la mortandad diaria y el
Ayuntamiento, para evitar el triste espectáculo de ver “depósitos” y más
“depósitos” para toda la ciudad y a
todas horas, dispuso que los que falleciesen fueran llevados, por la noche, a
la pequeña capilla de la Virgen de la O, y de allí, al filo de la madrugada al
cementerio El otro trinkete clásico en el viejo Pamplona del ochocientos, era
el de San Agustín: más moderno que el de Pellejería, más alegre y de más
garantía. A finales del siglo XIX, era frecuentadísimo por toda la juventud de
Pamplona, que alternaba, para satisfacer su afición entre el “Juego-Nuevo” y el
trikete de San Agustín más moderno que el de pellejería más alegre y de más
garantía. Está situado en el lugar que ocupo el viejo Euskal-Jai y su pared derecha es la que ocupaba el bar
del frontón. Igual que el de la pellejería también tenía salida a la calle de
la Merced y frente al trinkete había una taberna siempre frecuentada por
aficionados a la pelota y los vecinos de la calle, su dueño era un tal Azcona
al que le llamaban “Minchar”. Varios aficionados de los que después llegaron a
ser famosos pelotaris en el Juego-Nuevo hicieron su aprendizaje en el trinkete
de San Agustín, que tenía dimensiones bastante grandes, con paredes ciegas a
los dos lados y tejadillo en la zaga. Tal sucedió con “Matxin” el popularísimo
Martín Etxegaray, que fue uno de los que más jugaron en dicho trinkete. Se
recuerda de un partido que jugó en mayo
de 1898, contra otro buen mozo; “El Sanitario de Esquiroz”, a quien le llamaban
así porque había estado o estaba de soldado en el Cuerpo de Sanidad. Era un
domingo y comenzaron a jugar (mano a mano) a las diez de la mañana.
Entre los amigos
de uno y otro, se jugaba mucho dinero. “Matxin” salió con una camiseta de
pelotari a la moda de entonces a rayas coloradas, el “sanitario” con una
camiseta de fuerte tela negra. Cuando estaban igualados a cinco juegos muchos
de los espectadores fueron a oír misa a San Agustín, volviendo después al
trinkete. Ya estaban jugando a cinco nuevos juegos. Luchando y sudando, les
llegó la hora de comer, bebieron algo caliente, se abrigaron con unas mantas
unos minutos y siguió el partido. Toda la tarde estuvieron jugando y a las
siete estaban nuevamente igualados a juegos después de haber hecho cada uno
(veinte juegos) en ese momento el juez un tal “Zamorano” suspendió el
partido, después de nueve horas de
juego, y con aquellas pelotas que aunque blandas, eran grandes y de poco toque.
Otro partido que aún se recuerda fue el que jugaron Saturnino Aramendia y Lucio
el Telonero, un peón que tenía Vives, contra “El Esquilador de Astráin”, mozo
que cuando venía a jugar a Pamplona
levantaba un torbellino de discusiones. Ya de pequeño se vio en el la valía e
intuición para el juego de la pelota y los de Astráin le llevaron un día a
Puente para que jugase contra los dos mejores del pueblo. Los de Astráin
volvieron repletos de buenos dineros. Otra vez jugó en Obanos, un partido de
gran expectación comarcal contra Eugenio Eraso de Uterga, quien le ganó al
“Esquilador” Tenía días de juego genial y partidos en los que se abatía
inesperadamente. El partido que jugó en el Trinkete de San Agustín a que
hacemos referencia era a jugar la pareja solamente con la izquierda y “El
esquilador”, libre. Se atravesaron grandes cantidades de dinero y rompieron no
sé cuantas pelotas, jugaron no sé cuantas horas, porque en el trinkete aquel,
muy parecido al de Lecumberri, el tanto era muy difícil de rematar. Y, al
final, tras varias igualadas, en el último juego, los tres o cuatro últimos
tantos los hizo Aramendia con una habilidad extraordinaria y aprovechándose del
manifiesto decaimiento o descorazonamiento del de Astraín, quien de resultas de
este partido, enfermó para una buena temporada. Antes de ocuparnos de la época
de la iniciación del remonte, que tuvo lugar en aquel inolvidable Juego-Nuevo
de Pamplona, justo es, que pongamos un poco de orden, los recuerdos de los
famosos pelotaris de fin de siglo XIX, y que fueron, por su popularidad nacida
de su valía, los ídolos de los públicos de entonces. Además de la pelota a
mano, privaba el guante, primero corto y después Mauser, muy alargado y
estrecho, de pergamino duro y amarillento.
Según el Abate Blasi,
La aparición en el año 1857, en Saint
Pée-sur Niville-Francia, de una nueva modalidad de pelota, llamada
(yoko-garbi), juego-limpio, que comenzaba a mostrar su pujanza y que, si en un
primer momento utilizó guante de cuero, prontamente comenzó a utilizar guante
de fibra vegetal, llamado “txistera”. Este nuevo juego que comenzaba a
extenderse y que iba a dar los mejores pelotaris surgidos en el pais-vasco no
necesitaba las dimensiones de un frontón de largo y la nueva medida era
apropiada para su desarrollo. Un guarda forestal de Saint Pée sur Nivelle,
llamado Ganish Halsoueth, cuenta en una carta, que un joven llamado Jean
Dithurbide, conocido por “Gaint-Txiqui”, nacido en 1844, tuvo la idea de
fabricar un guante más Liviano y manejable que los utilizados
hasta entonces, dando lugar al nuevo juego de la xistera.
Pequeña txistera de
juego-limpio (joko-garbi) y la gran txistera de
(cesta-punta) con la que se
juega actualmente
Cuenta igualmente Ganish Halsouet que
cuando “Gaint-Txiqui” era niño tenía la costumbre de ir a jugar a pelota a casa
de su padre los días de mal tiempo. Esta casa tenía un pequeño Departamento
interior de reducidas dimensiones, 6,40 x 6,20, y allí fue inventada la
pequeña- txistera. (Yoko-Garbi), Juego-Limpio. La idea le fue sugerida por los cestos o
canastillas que existían en dicha casa que eran empleados para recoger alubias,
cerezas, manzanas y otros productos. Estas canastillas estaban recogidas por
ambos extremos, adquiriendo una forma ovalada. “Gaint-Txiqui” pegó con la
canastilla dos o tres veces a la pelota, dice la carta de Ganich Halsouet, e
inmediatamente le vino a la mente la idea de que sería posible hacer con
varitas de madera canastillas que tuvieran la misma forma de los guantes de
cuero. Continúa la carta diciendo que así fue inventada la txistera en Saint
Pée el año 1857. En todo el país, había
numerosos frontones dispuestos para tal juego, cuyo radio de acción abarcaba,
con las pelotas de entonces, hasta 18 cuadros: eran abiertos con graderías de
piedra o de madera tras la amplia y arenosa contra kantxa y tenían nombre de
fama, por los partidos que en ellos se disputaban, los dos del viejo Bilbao, el
de Portugalete, Markina, Durango, Vergara, Azpeitía, Renteria…y el Juego-Nuevo
de Pamplona, adosado a la casa de Misericordia, cuando estaba situada en la
Taconera, posteriormente Paseo de Sarasate, y después, el gran frontón descubierto de verano el Jai-Alai del barrio
de Ategorrieta de San Sebastián que se construyó en el año 1887, al calor del
renacimiento de la afición a la pelota, operado por el Guipuzcoano, Indalecio
Sarasketa, el “Gran Txikito de Eiba
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