"HISTORIAS DE LA PELOTA-VASCA"
LOS TRINKETES DE PAMPLONA EN EL SIGLO XIX
Frontón "Juego-Nuevo" de Pamplona, inaugurado el año 1840, cerró sus puertas el año 1909
Este articulo esta escrito
por el inefable Jokintxo Ilundain: En el año 1840, existían en Pamplona, varios
juegos de pelota, bastantes más desde luego que hoy (año 1944), a pesar de que
la ciudad no sobrepasaba los (25.000 habitantes).
Probablemente el más
antiguo, aunque de carácter particular era el del Seminario de la calle de la Tejería , que existió medio
derruido y carcomido por el paso del tiempo el descuido, hasta el año 1930;
tenía una puerta aparte con el Seminario y se subía al trinkete por unos ocho
peldaños de escalera irregular.
Allí llegaron a jugar varios
mozos pamploneses. Conservaba los recovecos de una construcción irregular lo
cual servía para que la pelota tomase en la pared unos efectos raros, y el
techo era de vigas de madera en tramos dispares.
Tenía un pasillo bajo, techo
a la izquierda, con una red metálica a base de hierros, y en la parte alta de
la izquierda unos balcones que en su tiempo habían sido palcos de los muy
reverendos y señores catedráticos.
Existía también el largo,
para lo cual se habilitaba en primavera,
verano y en las Fiestas de San Fermín la plaza de la Constitución (actual
plaza del castillo), en su lado más soleado y
Año 1912 la Plaza de la Constitución, con
el monumento a la (Mari Blanca) patrona de los desamparados, actualmente Plaza
del Castillo
Se ponían bancos alrededor
del juego que solían sacarse del teatro viejo de la calle de Comedias y de la Iglesia de San Nicolás.
Pero los que fueron más
populares fueron los de la
Pellejería y los de la calle de San Agustín.
El de la Pellejería estaba
frente a la plazuela del mercado de cerdos y fue derribado cuando se instalo la
fábrica de pastas de los industriales
Señores. Oteiza.
Era largo y tenía salida
también a la calle de los Descalzos.
Vivió y existió durante todo
el azaroso periodo de las guerras civiles y de sitio en Pamplona.
Entre los datos que he
podido investigar sobre este frontón es que allí se reunió más de una vez la
famosa partida de “Carricalutxe”.
Una anécdota, un tanto
macabra, pero de fuerte sabor del sector turbio y pendenciero de los viejos
trinketes pamploneses la voy a recordar aquí.
Hasta hace años era
conocidísima en todas las tiendas antiguas del barrio de San Lorenzo.
El año 1885 el cólera hizo
estragos en Pamplona. ¡El famoso año del cólera¡ en el Ayuntamiento hay unas
curiosas testaciones sobre el avance del cólera.
Un escribano, anota al
margen de ciertos documentos. “El Cólera está en Caparroso”
A los cinco días: “El cólera
está en Puente la Reina ”.
Después: el cólera está en Noáin, para terminar tan terrible invasión, anotando
cierto día: “El cólera ya ha llegado a Pamplona”.
Pues aún cuando la ciudad
era muy pequeña fue muy numerosa la mortandad diaria y el Ayuntamiento, para
evitar el triste espectáculo de ver “depósitos” y más “depósitos” para toda la ciudad y a todas horas, dispuso que los
que falleciesen fueran llevados, por la noche, a la pequeña capilla de la Virgen de la O , y de allí, al filo de la
madrugada al cementerio
El otro trinkete clásico en
el viejo Pamplona del ochocientos, era el de San Agustín: más moderno que el de
Pellejería, más alegre y de más garantía.
A finales del siglo XIX, era
frecuentadísimo por toda la juventud de Pamplona, que alternaba, para
satisfacer su afición entre el “Juego-Nuevo” y el trikete de San Agustín más
moderno que el de pellejería más alegre y de más garantía.
Esta situado en el lugar que
ocupo el Viejo Euskal-Jai y su pared
derecha es la que ocupaba el bar del frontón.
Igual que el de la
pellejería también tenía salida a la calle de la Merced y frente al trinkete
había una taberna siempre frecuentada por aficionados a la pelota y los vecinos
de la calle, su dueño era un tal Azcona al que le llamaban “Minchar”.
Varios aficionados de los
que después llegaron a ser famosos pelotaris en el Juego-Nuevo hicieron su
aprendizaje en el trinkete de San Agustín, que tenía dimensiones bastante
grandes, con paredes ciegas a los dos lados y tejadillo en la zaga.
Tal sucedió con “Matxin” el
popularísimo Martín Etxegaray, que fue uno de los que más jugaron en dicho
trinkete.
Se recuerda de el un partido
que jugó en mayo de 1898, contra otro buen mozo; “El Sanitario de Esquiroz”, a
quien le llamaban así porque había estado o estaba de soldado en el Cuerpo de
Sanidad. Era un domingo y comenzaron a jugar (mano a mano) a las diez de la
mañana.
Entre los amigos de uno y
otro, se jugaba mucho dinero. “Matxin” salió con una camiseta de pelotari a la
moda de entonces a rayas coloradas, el “sanitario” con una camiseta de fuerte
tela negra.
Cuando estaban igualados a
cinco juegos muchos de los espectadores fueron a oír misa a San Agustín,
volviendo después al trinkete.
Ya estaban jugando a cinco
nuevos juegos. Luchando y sudando, les llegó la hora de comer, bebieron algo
caliente, se abrigaron con unas mantas unos minutos y siguió el partido.
Toda la tarde estuvieron
jugando y a las siete estaban nuevamente igualados a juegos después de haber
hecho cada uno (veinte juegos) en ese momento el juez un tal “Zamorano”
suspendió el partido, después de nueve
horas de juego, y con aquellas pelotas que aunque blandas, eran grandes y de
poco toque.
Otro partido que aún se
recuerda fue el que jugaron Saturnino Aramendia y Lucio el Telonero, un peón
que tenía Vives, contra “El Esquilador de Astráin”, mozo que cuando venía a
jugar a Pamplona levantaba un torbellino
de discusiones.
Ya de pequeño se vio en el
la valía e intuición para el juego de la pelota y los de Astráin le llevaron un
día a Puente para que jugase contra los dos mejores del pueblo.
Los de Astráin volvieron
repletos de buenos dineros. Otra vez jugó en Obanos un partido de gran
expectación comarcal contra Eugenio Eraso de Uterga, quien le ganó al
“Esquilador”
Tenía días de juego genial y
partidos en los que se abatía inesperadamente.
El partido que jugó en el
Trinkete de San Agustín a que hacemos referencia era a jugar la pareja
solamente con la izquierda y “El esquilador”, libre. S atravesaron grandes
cantidades de dinero y rompieron no sé cuantas pelotas, jugaron no sé cuantas
horas, porque en el trinkete aquel, muy parecido al de Lecumberri, el tanto era
muy difícil de rematar.
Y, al final, tras varias
igualadas, en el último juego, los tres o cuatro últimos tantos los hizo
Aramendia con una habilidad extraordinaria y aprovechándose del manifiesto
decaimiento o descorazonamiento del de Astraín, quien de resultas de este partido,
enfermó para una buena temporada.
Antes de ocuparnos de la
época de la iniciación del remonte, que tuvo lugar en aquel inolvidable
Juego-Nuevo de Pamplona, justo es, que pongamos un poco de orden, los recuerdos
de los famosos pelotaris de fin de siglo XIX, y que fueron, por su popularidad
nacida de su valía, los ídolos de los públicos de entonces.
Además de la pelota a mano,
privaba el guante, primero corto y después Mauser, muy alargado y estrecho, de
pergamino duro y amarillento, hasta que según el Abate Blasi, invento la txistera
un pelotari francés llamado Gantxiki Harotra.
En todo el país, había
numerosos frontones dispuestos para tal juego, cuyo radio de acción abarcaba,
con las pelotas de entonces, hasta 18 cuadros: eran abiertos con graderías de
piedra o de madera tras la amplia y arenosa contra kantxa y tenían nombre de
fama, por los partidos que en ellos se disputaban, los dos del viejo Bilbao, el
de Portugalete, Markina, Durango, Vergara, Azpeitía, Renteria…y el Juego-Nuevo, de Pamplona, adosado a la casa de Misericordia, cuando estaba situada en la Taconera , posteriormente
Paseo de Sarasate, y después, el gran frontón
descubierto de verano el Jai-Alai del barrio de Ategorrieta de San
Sebastián que se construyo en el año 1886, al calor del renacimiento de la
afición a la pelota, operado por Indalecio Sarasketa, el “Gran Txikito de
Eibar”.
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