martes, 21 de octubre de 2014



GALERIA DE GRANDES PELOTARIS
JUAN BAUTISTA AZKARATE “MONDRAGONÉS
EL GIGANTE DE ARRASATE Y EL FENÓMENO DE LA PELOTA A MANO EN EL SIGLO XX MARIANO JUARISTI MENDIZÁBAL (ATANO III)

Los dos mitos de la pelota a mano,referentes de los primeros cincuenta años del siglo XX. Juan Bautista Azcarate (Mondragonés y Mariano Juaristi Mendizábal Atano III)

AÑO 1911
Juan Bautista Azkarate Egaña “Mondragonés” nació en Mondragón el 24 de junio de 1891 e inicio sus actividades como pelotari el año 1911, jugando su primer partido en el frontón de Atocha de San Sebastián, donde cumplía el servicio militar.
Generosamente dotado por la naturaleza de una anatomía especialmente adecuada para la práctica deportiva, que quizá ni él mismo había descubierto hasta su llegada al cuartel de artillería de Donosti, desde el primer momento llamó la atención la dureza de su pegada, que le permitía una nueva concepción del juego bastante revolucionaría, basada en el dominio del contrario al que mantenía siempre en los cuadros traseros, desde donde difícilmente podía intentar rematar el tanto, mientras que él, una vez machacado su rival, lo hacía a placer.
Su toque fulminante pulverizó todas las marcas o clavos que en varios frontones señalaban pelotazos legendarios anteriores.
A propósito de esta pegada, y de la utilización que hacía de sus brazos, comentaría
J. Irigoyen.

Fotografía histórica de Juan Bautista Azcarate (Mondragonés) en un enfrentamiento por parejas

“Hay algo de ciego, de fatal, de fenómeno o cataclismo de la naturaleza en la pegada de Mondragones…en estos pelotazos seguidos constantes abrumadores, como una inundación o un desbordamiento, inacabables series progresivas, en las que va ganando la zaga cuadro a cuadro, para terminar metiendo la pelota entre el público que cierra la plaza, o acaso haciendo falta en todo lo alto de la pared izquierda a 24 metros de distancia del frontis, o llegando la pelota hasta la pared del rebote…
De gran estatura, con unos brazos muy largos y con unos dedos enormes que le permitían procurarse un movimiento apalancado para imprimir a la pelota la trayectoria más conveniente…y retrasarla en la medida más extraordinaria nunca conocida hasta entonces”
Así era en efecto “Mondragonés”, pelotari serio, y seguro, que sabía y se sentía superior a todos y que, aprovechándose quizá del evidente declive de prácticamente todas las “figuras” más señeras de la generación anterior, y tras vencer a Cantabria en Bergara, y a todos cuantos se atrevieron a intentar hacerle sombra sería proclamado oficiosamente Campeón, titulo adjudicado por consenso popular, ya que entonces no existía ningún organismo oficial ni falta que hacía que se ocupara de la reglamentación de la pelota.
Pero sí el éxito de “Mondragonés” en los frontones con pared izquierda de Euskal-Herria meridional fue absoluto, aún fue mayor el alcanzado en los frontones de “Plaza-Libre” de Euskal-Herria continental.
(Por supuesto nunca se le ocurrió jugar en trinkete donde la potencia de su pegada poco podía hacer frente a las triquiñuelas estructurales de estos recintos).
En este tipo de frontones, a cielo abierto, de pared única y prácticamente sin limitación en la longitud de la kantxa, los pelotazos de Mondragonés resultaban aún más impresionantes.
En estas circunstancias no es de extrañar que durante más de diez años nadie osara discutir su titularidad de Campeón, ni surgiera ningún retador que le

Esta añeja fotografía de baja calidad en un partido celebrado en el frontón Vitoriano de la capital Alavesa, en la segunda década del siglo XX, son de izda a decha: Mallavia I, Etxabe III, Mondragonés y el histórico veterano pelotari Txikito de Azkoitia

emplazara o desafiara a ventilar, mano a mano, el cetro que oficiosamente ostentaba.
Por otra parte, durante estos años los frontones se habían estructurado mercantilmente; unos pertenecían a empresas que los explotaban directamente; otros, concretamente los Municipales, estaban arrendados a empresarios o empresas locales, que confeccionaban sus propios programas.
Es decir, ya no era los jugadores retándose o desafiándose, quienes se auto-programaban sus partidos, mediando una apuesta entre ellos, sino que eran los empresarios, y concretamente los intendentes, quienes hacían su propia programación contratando para los partidos a distintos pelotaris que luego repartían en combinaciones que fueran lo más equilibradas posible, de modo y manera que la incertidumbre y la expectación se unieran en el feliz logro de resultados económicamente apetecibles.
Así las cosas, los pelotaris eran simples asalariados, o contratados, cuyo ingreso directo dependía del resultado, aunque, naturalmente, los que destacaban como figuras podían cobrar emolumentos más altos que los otros.
“Mondragonés”, pelotari típico de este sistema empresarial, se veía obligado, en muchas ocasiones a jugar partidos muy desiguales; ocasionalmente, en solitario contra una pareja, siempre acompañado de un pelotari de segunda fila contra una pareja de postín.
Deportista cumplidor y caballero luchaba por igual y sin desfallecer en todos los partidos por muy difíciles que fueran, o por muy cuesta arriba que se los pusiera algún intendente listillo que no ponía en el “cestaño” el tipo de pelota que hubiera convenido al juego de Juan Bautista Azkarate.
Pero la ley del deporte es cruel para los ídolos que están en la cima inevitablemente surge la nueva figura que los apeará de su pedestal.
Y para apear a este Goliath redivivo de la pelota, surgiría un David A  zkoitiano, menudo y frágil, de pequeñas y delicadas manos conocido en el mundo de la pelota como Atano III.


MARIANO JUARISTI MENDIZABAL (ATANO III)

Mariano Juarista Mendizábal (Atano III) acompañado del cronista de pelota
Xanti Meabe

AÑO 1923
Rapidísima carrera ascendente le de este pelotari, que en un año escaso, ha llegado a los primeros puestos en el escalafón de la pelota profesional, inquietando seriamente a los “ases” y atrayendo hacia sí la atención de todos los aficionados, deseosos de señalar la presencia de un nuevo fenómeno de altos vuelos.
A De apariencia, menudo fino, suelto de movimiento, bien plantado con una movilidad de felino, sigue inquieto con la mirada el vuelo de la pelota, y colmada al momento su impaciencia la busca en la zaga con ganas de pelea o se lanza “en tromba” al remate, buscando decidido la ocasión de rematar, que es su obsesión.
Tiene, a mi juicio, un exceso de juego inicial, que quizá le perjudique, por no poder cuidar la técnica más propia y que mejor encuadra en su estilo definido.
Cuenta hoy, con una pegada briosa a medio frontis, castigando la pelota con vigor inusitado.

Dos mitos de la pelota en el siglo XX, un guipuzcoano y un navarro el primero  de la izquierda en la especialidad de la pelota a mano Mariano Juarista Mendizábal (Atano III) y el Mago de remonte Jesús Ábrego Narvarte


Piernas de acero y ritmo de andar la kantxa, con rápido movimiento, que le lleva al terreno del bote con tiempo para prepararse a la pelota holgadamente:
Bolea fuerte y variadísima de dirección, cruzándola a dos-paredes, dejándola corta en dejada o mandándola atrás, en un esfuerzo de habilidad y “muñeca”, recordándonos en esta jugada a Joshé Joaquín “El Grande”.
Aporta como especialidad, una jugada a zurda aire en el txoko, hecha en unas condiciones rarísimas, para cruzar la pelota al ancho inesperadamente:
La primera vez que ejecutó ese remate, originalísimo y atrevido, confieso que no formé un juicio muy favorable de Atano III como pelotari experimentado.
Aquello me pareció muy de “chambon”, y, desde luego, de imposible aplicación como jugada habitual.
Hemos recordado un remate parecido, al hablar de Modesto Larrañaga y Sustarra: pero aquella técnica era esencialmente distinta; ejecutada en tanto dominado, con pelota esperada, muy próxima al frontis, y con “garrazo” de arriba abajo, en condiciones de hacer buena, aun en caso de hacer pifia.
Atano III, no se prepara este remate; lo busca, corriendo de atrás a adelante, en pelota que viene hacia el txoko y con bastante velocidad, para cogerla de postura normal, casi de abajo, sesgando muy baja la pelota en un dificilísimo cruce, que sorprende por lo inesperado y obliga a un cuidado excepcional de la kantxa.
Luce en los partidos individuales su juego, en una magnifica variedad de jugadas, que inutilizan a pelotaris muy experimentados, a los que se impone por audacia y atrevimiento.
Así ha sucumbido jugando contra Atano, Zabala II en el apogeo de su juego.
Más recientemente, Ulacia, especialmente dotado para el (mano a mano), sufre la amargura de la derrota, ante este revolucionario, que no se intimida ante los “ases” y los ataca denodadamente; arriesgando el tanto en remates originales, inesperados, desconcertantes.
Desorientados los aficionados en las primeras actuaciones de este originalísimo pelotari, era corriente atribuir a la suerte, sus éxitos iniciales, augurándole fracasos en cuanto tropezara con pelotaris “hechos” aplomados, que no se dejan ganar del desconcierto que provoca el par de tantos rápidos, ganados en saques o remates afortunados.
Las actuaciones posteriores de Atano, han hecho variar aquel juicio primitivo, y ya se le tiene en el concepto que sus méritos le han granjeado.
Atano III, no tiene más defecto que el de ser joven, y como tal, inquieto, nervioso, pletórico de intención, no resignándose a la labor tenaz, paciente, de los pelotaris experimentados, a los que quiere batir, con los medios más de su gusto; arriesgando las jugadas de manera, que de salir defectuosas, provocan las iras del respetable; pero enloquecen al mismo, cuando salen exactas, brillantes, inesperadas.
Nunca será más joven que ahora, y de este inicial defecto se curará inexorablemente.
Ojala que su juego siga siendo tan vivo, tan alegre, tan joven, en una palabra, como lo es hoy…
En el juego de parejas y especialmente cuando lo hace con su hermano mayor Atano II, luce un estilo de delantero muy original, aun no del todo dibujado, pero de brillantez indiscutible.
Su bolea a dos-paredes es verdaderamente eléctrica, fulminante, imposible de alcanzar. Ayuda a su hermano “zaguero” alargando un poco más la pegada, atrasando con su buen estilo de pegador duro, preparando el dominio suficiente a su juicio para intentar el remate, colocándose tranquilo a la bolea en pelotas difíciles, sin rectificarse apenas y cogiendo en postura violenta una pelota que el público cree ha de ceder a su compañero.
Juego de alternativas, francamente expuesto a pequeños fracasos momentáneos, disculpables en quien arriesga mucho, creo fundadamente que, sin desmerecer en nada la calidad y movilidad del juego de Atano III, sufrirá una pequeña evolución en sentido de perfeccionamiento, alcanzando en ese mismo momento, el primer lugar en la pelota moderna, que parece le está aguardando.
Nuestro héroe, a primera vista recuerda al muchacho travieso, pilluelo, simpático de frontón y de pórtico, acaparador de las perrillas de sus coetáneos, hábil en toda clase de juegos y no muy sujeto a las mil disciplinas que encuadran las actividades humanas en esa dorada edad, en que la mínima sujeción es el máximo tormento.
Con su aire de “remanguillado”, atrevido, en el fondo Atano III está asustado de su obra y del ruido que ha levantado.
Aun le parece excesivo el dinero que llega a sus bolsillos, en los que hace unos años, muy pocos, las “perras gordas” nunca se perdían de cuenta.
No hace mucho salía a jugar partidos, con el monedero en el “Koldo”, no abandonándolo en el cuarto de vestir, ni dejándolo en la chaqueta bajo la chapa del frontis.
¡Era mucho dinero el que ganaba¡.

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