ANECDOTAS E HISTÓRIAS DE LA PELOTA
PELOTA Y CONTRABANDO
IPARRALDE AÑO 1924
Hablando de “Los
Juegos Olímpicos” seguro que muchos de los lectores ignoran tal vez que en el
año 1924 en Paris-Francia, la pelota-vasca, fue escogida como deporte de
exhibición.
Pero serán muchos más
aun los que ignoren la desventura que estuvo a punto de ocurrirle a ese
excelente pelotari “Pascal Ettxepare”
El abnegado dirigente
bayonés que fue seleccionado a la sazón para representar a Francia contra
España en el frontón de Paris, nuestro hombre aduanero francés y orgulloso por
haber sido seleccionado, elevó una petición de un permiso y de baja temporal en
el trabajo ambas cosas necesarias si quería participar en “Los Juegos
Olímpicos” de Paris-Francia.
El Sr. Pasta, su
Director, se las concedió con mayor gusto cuanto que “Ettxepare” estaba muy
bien considerado en la Aduana,
pero mira por donde el asunto se torció fue en Paris, donde el jefazo de la Aduana no quiso autorizarle
a participar ni quiso atender a razones.
Fue necesaria la
intervención del Presidente de la Federación Internacional
Sr. Ybarnegaray para arreglar las cosas.
Cuando este último
preguntó por las razones que motivaban aquella negativa le fue respondida que
era inconcebible ver a un aduanero formando parte de un equipo de
contrabandistas.
Porque en efecto sus
compañeros eran de los Alduides patria del Legendario “Perkain” y de muchos y
aguerridos contrabandistas.
Pero todo se arreglo
favorablemente, como es natural, por ventura para la medalla que hoy puede
contemplarse en un lugar destacado en el salón de nuestro amigo “Pascal
Ettxepare”.
ANECDOTAS E HISTORIAS DE LA PELOTA A REMONTE
FRONTÓN RECOLETOS MADRILEÑO AÑO
1944
Dos de los protagonistas de esta anécdota, Jesús
Ábrego “El Mago de Arróniz” y Dionisio Azpìroz I
MADRID MAYO DE 1944
Esta anécdota ocurrió
en el frontón Recoletos de Madrid, allá por el mes de mayo.
Se jugaba un partido
a remonte, en el que participaba Jesús Ábrego y Martín Mina, contra el trío
compuesto por Dionisio Azpiroz I, Sala y Juan Iturain.
El partido iba
inclinado a favor de la pareja, gracias además de su juego, a una pelota
brillante y viva que entre las que se jugaban se encontraba, y que causaba la
desesperación de sus contrarios.
No sabemos si por
casualidad o por la habilidad de Juan Iturain, es capaz, se dijo entonces.
El caso es que la
pelota quedó “enganchada” en el colchón superior del frontis en el momento en
que Jesús llevaba diez tantos de ventaja.
Al faltar la pelota
se inició el acercamiento del trío hasta llegar la igualada en el tanto (34),
iba andando por la kantxa Jesús botando la pelota con muestras de desagrado y
con intención de escoger otra pelota nueva, cuando como asaltado por una súbita
inspiración, se volvió rápido y mirando detenidamente al colchón disparó la
pelota que tenia en la mano al lugar donde había desaparecido la pelota que le
convenía con tal acierto que esta cayó de nuevo en la cancha.
Y de nuevo con la
pelota que sin duda para el suponía una gran ventaja, comenzó a despegarse y
ganó el partido por una diferencia de tantos considerable.
ANECDOTAS Y CURIOSIDADES DE LA PELOTA PARTIDOS RAROS Y CURIOSOS
(POR JUAN DE IRIGOYEN
–AITONA)
El Napoleón de la pelota-vasca, Indalecio
Sarasketa (Txikito de Eibar)
AÑO 1915
La Pelota dice Juan de Irigoyen ha sido siempre
alegre, pletorica de humor; como deporte de preferencias de todos los “arlotes”
que sabían no perder, sino entretener el tiempo en épocas en que éste se daba
con largueza y la vida era carga llevadera a cuenta de su felicidad.
En estas condiciones
florecía el humor de los aficionados, concertando y jugando partidos de
condiciones estrafalarias destacando siempre algún artista de este tipo,
verdadero especialista en tal clase de partidos, dándose a estas combinaciones
los mismos máximos valores del pelotarismo, que raro habrá sido el que no haya
jugado partidos de éstos “Txikito de Eibar” jugó un partido en Bergara con el
famoso Venancio Iraundegui “Mariñela” de Zumaya, en condiciones verdaderamente
cómicas y que estuvieron a punto de acabar en tragedia, como advertirá el
lector entendiendo las condiciones que fueron las siguientes.
Se jugaba el partido
a pala, con pelota suficientemente dura y viva, sin llegar al tipo de las
pelotas actuales “Txikito” verificaba los restos normalmente, enviándolos a la
pared. Pero “Mariñela” al recibir la pelota que venía del frontis tenía que
desviarla con un “cabezazo” procurando ponerla fuera del alcance de la pala del
“Txikito” para que éste no pudiera recogerla y mandarla al frontis “a buena”.
Puesto asi el tanteo
“Txikito” procuraba por todos los medios a su alcance alargar los tantos, y su
terco rival prodigaba los “cabezazos” en todas direcciones procurando alejar la
pelota todo lo posible del radio de alcance de “Txikito”. El partido fue largo
para el “Cabezudo” y se empezaron a manifestar protuberancias como nueces en la
testa del Zumayano, sin que éste se diera cuartel, a pesar de que muchos de los
espectadores entendieron el peligro evidente para el jugador de continuar el
partido.
Hubo reconocimiento
médico y resistencia por parte del “tanque” a retirarse, hasta que se
manifestaron los síntomas de una congestión, con mareos y andares irregulares.
No obstante la
decisión de los jueces “Mariñela” no quiso dar por perdido el partido, resistiendo
a retirarse de la cancha y ante su decisión los jueces decidieron suspender el
partido solamente a los efectos de las apuestas cruzadas.
Conocí a Mariñela y
tuve la ocasión de comprobar la espacialísima, la privilegiada contextura de su
“testa”, en la que se rompieron dos ladrillos que cayeron de un andamio alto,
sin que le causara el golpe más sensación que la de una “rasquerita”.
En cambio, un pedazo
de ladrillo que se rompió al encontrarse en su descenso cxon tan duro material,
cortó el cuero cabelludo de uno de sus acompañantes y causó varias lesiones más
a otros.
Solía decir
“Mariñela” que sentía no haber alcanzado en sus mocedades el auge actual del
boxeo, que le hubiera reservado a él grandes éxitos, “porque todos los puños de
Dempsey y Tunney hubieran acabado aquí”.
Y se señalaba la
cabeza dándose un trastazo con una banqueta y casi desvencijándola con el
envite.
Recordaré ahora que,
en el pórtico de Andoaín, un amigo mío, gran aficionado, que por su afición
incontenible figuró en los cuadros de pelotaris a mano y a pala, hizo de estos
partidos una verdadera especialidad.
Entre las
combinaciones logradas a fuerza de imaginación, llegó a jugar un partido
utilizando como pala la llave de la alhóndiga municipal del pueblo, que era del
tamaño que cabe suponer para darle a la pelota con las guardas, utilizando
exclusivamente la izquierda de revés y al tercer bote.
Después de uno de
estos partidos, con el fin de soltar el brazo derecho, que se le había
entumecido al jugar solamente con la mano izquierda, escogió una piedra de una
forma que hoy llamaríamos aerodinámica, y la lanzó con tal brío, que ninguno de
los perros de caza que empleaban para la búsqueda de esas piedras especiales,
dio con ella, ni en este lado del río, ni en el otro; como que a lo mejor
todavía anda en el aire.
A estos casos
verdaderamente extraordinarios, podríamos añadir los corrientes de los partidos
con un ojo vendado: con un garbanzo colgado del tupé en forma que alcance a los
dos ojos su movimiento pendular: el de tomar a cuestas un compañero, o atarse
por un brazo; los famosos del ladrillo o piedra que se deja y coge del suelo
antes de darle a la pelota y el ganar un partido con un mínimo de pelotazos,
contados por piedrecillas testigos, que se traerán al borde de la kantxa desde
fuera de ella, en cada pelotazo.
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