domingo, 27 de enero de 2019



Este deporte llegó a Roma en el siglo XV de la mano de los 
Borgia y hubo épocas en la que despertó pasiones había 
frontones en Milán, Roma, Génova, Florencia y Nápoles


Grabado de 'pallone col bracciale', que se jugaba en  la Toscana


Milan-Italia
En el siglo XX la pelota vasca conoció un gran momento de fama en Italia con frontones en Milán, Roma, Génova, Florencia y Nápoles
Parece que la pelota llegó a Roma como los toros, con los Borgia, los Borgia de Játiva que 'italianizaron' su apellido. La tropa valenciana que llegó con los dos papas de la familia en el siglo XV se acomodó en la ciudad e introdujo el juego de la 'pilota', como aún se llama hoy en valenciano.
De hecho hay una calle en Roma que se llama así, Vía della Pillota, porque en la plaza del mismo nombre, donde hoy se levanta la Universidad Gregoriana, era el lugar en el que se disputaban los partidos.
Un pariente lejano del XVIII, el erudito cardenal Stefano Borgia, también amaba este deporte y según se cuenta eso le llevó a interesarse por unos extraños dibujos del juego de pelota que estaban quemando unos sirvientes. Resultó ser un papiro azteca que de alguna manera había llegado a Roma desde España. Este famoso pergamino, actualmente custodiado en la Biblioteca Vaticana, se conoce como el 'Códice Borgia' y en algunas escenas describe un partido mítico entre las dos personalidades del dios Tezcatlipoca. Ahí sí que es difícil apostar.
La pelota era muy popular en Roma y despertaba pasiones: Caravaggio mató a un rival en una discusión sobre un punto del juego y tuvo que huir de la ciudad.
En Italia ya había juegos de pelota, igual que tauromaquia, herencias del imperio romano, y una rica tradición ha terminado cuajando en muchas variantes locales.


Vista interior del hermoso frontón Italiano de Milán “Sferisterio” inaugurado en el año 1947, con capacidad para (1.200 espectadores) obsérvese la falta de columnas y la perfecta visibilidad de la cancha desde todas las localidades

Era un deporte muy popular, pero se ha ido perdiendo, aunque fue en el XIX cuando conoció su momento de mayor auge, sobre todo en Toscana, Piamonte, Liguria y Emilia-Romagna, en centro y norte del país.
La modalidad más conocida es el 'pallapugno' (bola-puño), que da nombre a la actual federación de pelota italiana (FIPAP), con un centenar de sociedades inscritas y 20.000 afiliados. Hay otros derivados locales, como el 'pallone col bracciale', que se juega en Toscana con una pesada protección en la mano que puede llegar a pesar cuatro kilos, y una muy curiosa en la que se utiliza una especie de pandereta a modo de raqueta, la 'palla tamburello'.
La pasión por estos deportes en el XIX era tal que de juego de plaza pasó a convertirse en espectáculo de pago, con apuestas y jugadores profesionales. Muchas ciudades contaban con el llamado 'Sferisterio', un campo de juego con gradas y capacidad para miles de personas. Algunos, como el de Macerata, son auténticos monumentos. Con el tiempo y la falta de uso varios se han reciclado en lugares de ocio.
Los jugadores famosos eran ídolos y algunos hasta fueron homenajeados por escritores y poetas. Por ejemplo, Carlo Didimi, de Treia, cantado por Leopardi, cobraba por una exhibición en 1830 «no menos de 600 escudos romanos», cuando el sueldo de un maestro de los Estados Pontificios era de 25 a 60 escudos. Pero en el siglo XX llegó el fútbol y todo terminó.

Plantilla de pelotaris de cesta-punta en el frontón “Sferisterio” de Milán con el Intendente


La pelota sobrevive en algunos pueblos y la Federación Italiana, lo mantiene vivo, pero son
pasiones locales o curiosidades folclóricas. No obstante, es precisamente en el siglo XX cuando la pelota vasca conoció un momento de fama. Milán, Roma, Génova, Florencia y Nápoles tenían frontones e ir a ver los partidos y apostar era un entretenimiento bastante popular.
El de Nápoles se quemó, los otros fueron derruidos y el único en pie es de Milán, pero ha sido reformado en 2003 tras años de cierre, como centro de actividades y suele alojar desfiles de moda. Aún hoy queda el marcador original en una pared, con los términos en euskera. La pelota vasca se jugaba en Milán desde principios de siglo, pero no tuvo un frontón moderno y reglamentario hasta que se abrió este, en 1947, con un aforo de 1.200 espectadores.
Por la tarde estaba abierto a los aficionados, pero a partir de las 20.30 horas se jugaba en serio.
Las apuestas mínimas eran de mil liras y las veladas terminaban a la una de la mañana. En una película de Carlo Lizzani, 'La vita agra' (1964), Ugo Tognazzi tiene como compañeros de piso a tres pelotaris, que se dedican a pisar la ropa en la bañera porque no tienen lavadora.
En 2006 y por los esfuerzos de la Federación Italiana volvió a los Mundiales de Pelota Vasca después de 30 años, aunque sólo en dos especialidades.

Articulo del Correo.com, las dos fotografías de Internet

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