“HISTORIAS DE PAMPLONA
LOS FUEROS DE
NAVARRA”
LA HISTORIA DE ROSA OTEIZA ARMONA
LA PAMPLONESA QUE SIRVIÓ DE MODELO AL MONUMENTO DE LOS FUEROS DE NAVARRA QUE NUNCA FUE INAUGURADO
PAMPLONA AÑO 1903
LA PAMPLONESA QUE SIRVIÓ DE MODELO AL MONUMENTO DE LOS FUEROS DE NAVARRA QUE NUNCA FUE INAUGURADO
PAMPLONA AÑO 1903
Pamplona 13 de Agosto de 1883
Rosa Oteiza Armona, nació en Pamplona en
la calle San Antón nº 22-4º el 13 de agosto de 1883, era la segunda de los
siete hijos que entre 1878 y 1899 tuvieron Miguel Oteiza Alonso (1855-1899)
natural de Allo-Navarra y Francisca Armona Olite, (1859-1945) de Urroz-Navarra.
Conviene señalar que Ramón Armona bisabuelo de Rosa Oteiza, era natural de
Pamplona del barrio de la Magdalena.
Se llamaba Rosa Estefanía Oteiza Armona, contaba 19 años cuando sirvió de
modelo para la escultura y vivía, por aquel entonces, en la calle San Antón.
Su vida entre 1883 y 1970 es más bien desconocida.
Sin embargo, un detalle no pasó desapercibido para la Pamplona del momento: era
la amante de José Martínez de Ubago, hermano de Manuel, el arquitecto que
erigió el monumento.
Han leído bien: “amante”. José Martínez de Ubago, casado, vivía una relación
ilegítima con la joven Rosa, de la que tuvo tres hijos.
Ahora
que se ha restaurando el monumento a los Fueros es buen momento para recordar
la biografía de la mujer que le dio su imagen:
La Pamplonesa Rosa Oteiza Armona, cuya vida es un paradigma de la humillación y
el olvido.
Mª Jesús Fernández Martínez de Ubago (Lara Ubago)
“Mi
bisabuela fue, para mí, el arquetipo femenino de la lucha de clases, la pelea
por los derechos de sus hijos; en el fondo, es un interesante paralelismo para
alguien cuya imagen ha venido a simbolizar los “Fueros de Navarra”. Año 1904.
Esa figura lleva 115 años encarnando la defensa foral de la ciudadanía Navarra
desde su inalcanzable pedestal del paseo de Sarasate, con la ley en una mano y
las cadenas del escudo en la otra. Estos días, con la restauración del
monumento, la están poniendo guapa, pero ya difícilmente le restituirán su
papel en la historia, su valor en vida y el humillante olvido al que ha sido
sometida durante más de un siglo. Así lo denuncia la biznieta de Rosa Estefanía
Oteiza Armona, la pamplonesa nacida en 1883 en la calle San Antón que a los
veinte años sirvió de modelo para la estatua femenina que representa el
Monumento a los Fueros erigido por suscripción popular en conmemoración de la
popular Gamazada de finales del siglo XIX.
Su historia es poco conocida, su identidad ha sido reiteradamente ocultada
durante más de un siglo y una de sus descendientes se conforma con “recomponer
los retazos de su vida; eso ya significaría un acto de reconocimiento”. Son
palabras de María Jesús Fernández Martínez de Ubago, nacida en 1963 y a quien se
conoce como Lara Ubago en el mundo de la moda y el diseño en el que se
desenvuelve como una reconocida profesional. Como ya han ido desgranando
distintas e inconexas fuentes (la Web la txistorra digital.com, el libro Pacto y
Libertad editado con motivo del centenario del monumento, etcétera), la
historia de Rosa Oteiza es, además de rocambolesca, muy triste, y pese a la
creencia generalizada, vivió en Pamplona hasta los años 1970 en un anonimato
inmerecido y apartada de sus hijos. Se dice que murió a los 87 años en Pamplona
una ciudad aún cerrada en los estertores del franquismo.
Lara Ubago es biznieta de Rosa Oteiza y de José María Martínez de Ubago,
escultor de la estatua de los Fueros y coautor del monumento junto a su hermano
Manuel. Mientras que Rosa era hija de la portera de un colegio y procedente de
una familia humilde y numerosa, José María tenía una posición nada desdeñable
en la Pamplona de inicios de siglo. Como en los folletines decimonónicos, como
en Fortunata y Jacinta o La Regenta, su historia parece más literaria que real,
por lo típico que resulta aquel amor imposible dada la diferencia de clases
sociales. Además de su modelo, Rosa fue también la amante del autor, y de ahí
nacieron tres hijos fuera del matrimonio (¡atención, Pamplona, 1903!): Julio,
José María y Luis. Pese a todo, su padre les dio el apellido Martínez de Ubago
y de segundo llevaron Lizarraga, lo que hizo desaparecer a Rosa Oteiza de la
historia.
El escándalo era inocultable en la Pamplona de la época (apenas 28.000
habitantes), máxime cuando el 7 de abril de 1903 llegó desde la fundición
catalana Masriera y Campiu la figura de bronce de cinco metros de altura y
5.000 kilos de peso: su rostro era el de Rosa Oteiza, la amante de José María
Martínez de Ubago. Una de las especulaciones que quieren explicar por qué nunca
se inauguró el monumento se basa en el escándalo que supuso en la mojigata
Iruña de entonces esta relación pecaminosa elevada a símbolo de los Fueros:
poco menos que un sacrilegio. Parece
que hubo razones políticas de más peso, como la polémica levantada por las
inscripciones del pedestal, pero jamás se han alcanzado conclusiones
definitivas. Han pasado 115 años, y parece que ha caducado la ocasión de
inaugurar el monumento.
Un episodio de “traca”
Rosa
Oteiza impidió la boda de Martínez de Ubago en Zaragoza
Lara Ubago lleva años intentando reconstruir la historia de su bisabuela Rosa,
pero le faltan por llenar muchos huecos y décadas enteras de su vida. Lara es
nieta del segundo de los hijos habidos entre Rosa y el escultor José María
Martínez de Ubago, llamado Julio, nacido en 1903 y quien desde siempre le habló
de aquella bisabuela olvidada. “Me decía muy triste que yo le recordaba a ella,
y ésa es una de las razones por las que empecé a investigar esta historia”.
Tras acabar el Monumento a los Fueros, los hermanos Julio y José María (éste
dejando a sus tres hijos ilegítimos y a Rosa) se trasladaron a Zaragoza, donde
trabajaron en varios proyectos arquitectónicos y donde se produce la
“sonadísima” reaparición de la madre abandonada por el escultor. Lara ha podido
saber que su bisabuelo José María se iba a casar en 1908 con una mujer de su
posición social, pero “Rosa Oteiza irrumpió en la ceremonia acompañada de sus
hijos para impedirlo”.
Después de aquello, el escultor se trasladó a San Sebastián, probablemente
llevándose consigo a los tres hijos que tuvo con Rosa, ya que estos crecieron
en una pensión donostiarra que seguramente pagaría su padre. Ahí se pierde de
nuevo el rastro de Rosa. Además, y por lo que se sabe, el propio José María,
(que llegó a ser alcalde de San Sebastián en 1935 por el Partido Radical) evitó
el contacto con sus hijos ilegítimos pues no llegó a conocer a los nietos que
le dieron.
Mientras tanto, volvió a casarse y tuvo cinco hijos, dando inicio así a otra
saga de Martínez de Ubago, cuyos descendientes se han criado también en
Donosti, pero en paralelo a los procedentes de la relación con Rosa Oteiza y
sin contacto entre ambas ramas.
“Es improbable que una madre abandone a sus hijos por propia iniciativa
-afirma Lara en referencia a Rosa Oteiza-, por lo que quizás le obligaran a
hacerlo”. Para su biznieta, ésta es la parte “más triste de la historia, porque
sus hijos decían que Rosa murió joven. Sin embargo, Lara ha sabido
que la modelo del Monumento a los Fueros seguía viva, ya que trabajó como
comadrona en Rentería, entre los años 1932 y 1942. Quizás sí estuvo cerca
y hubo una ruptura (en Pamplona, parece que también se hablaba de que
cuando José María se volvió a casar ella abandonó Guipúzcoa y los hijos se
quedaron con el padre). Esta hipótesis la dejaría en un lugar menos de víctima
y más de mujer pasional. Los hijos ya no eran niños en esa época.”
Final inacabado
Una
biografía sin terminar para una estatua sin inaugurar
No hay más datos, y a partir de ahí se expanden las habladurías sobre el
regreso de Rosa Oteiza a Pamplona y de su muerte a la edad de 87 años. Mucho
después, en 2003, se cumplió el centenario del Monumento a los Fueros sin
ninguna mención oficial a la mujer que ha prestado para la eternidad su figura
y su rostro al símbolo navarro más universal, una estatua a cuyos pies se han
sucedido manifestaciones de izquierdas, de derechas, vasquistas, navarristas,
etcétera, prueba de que todos los navarros asumen como propia la figura que
simboliza Rosa Oteiza, aunque forzosamente no puede significar lo mismo para
todos…
Rosa Oteiza Armona , falleció en la calle Pozo-Blanco nº 19 de Pamplona el 17
de Octubre de 1970 a los (87 años de edad)
Lara Ubago Biznieta de Rosa Oteiza ha colaborado con la elaboración de este
articulo con lo que sabe, sobre su bisabuela en el empeño de descubrir qué
pasó, de darle un lugar en la historia familiar. Que si alguien sabe más de lo
que aquí se explica, o tiene fotos de ella, o más datos, agradeceré se ponga en
contacto conmigo.
Texto de Lara Ubago, fotografía de la
Txistorra digital
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